VERANO EN FAMILY/CAP4


 CAPÍTULO  4  






Mis gemidos se entremezclaban con los de Pierre, quien le pedía a mi madre: 





¡Tu coño, quiero follarte ya el coño delicioso que tienes...!





Ella, obediente, separó sus labios, dejó escapar el falo del francés y se tumbó boca arriba en la arena, abriendo sus piernas de par en par y ofreciendo su sexo al galo.






Éste se arrodilló ante ella, agarró con las manos las rodillas de mi madre y comenzó a penetrarla. El alarido que dio mamá al notar aquel inmenso miembro perforando de golpe su coño fue enorme.






Yo seguí empujando varias veces más contra el cuerpo voluptuoso de mi tía, hasta que noté que el momento de la eyaculación se acercaba:






Titaaaa, me voy a correr. No aguantaré mucho más...........!






No me llames ahora “tita”, ¿te enteras? Ahora no soy tu tía, quiero ser tu puta, como tu madre lo está siendo del francés. tu hembra....! Ahhhhhh papi......., ufffffff! Deja ya mi culo y córrete en mi coño! ¡Dime cosas guarras mientras lo haces!- me ordenó Davinia.







Le saqué inmediatamente mi verga, que apareció cubierta e impregnada de mis propios flujos y de los del culo de mi tía. Conservando ella la misma postura en la que estaba, le hinqué sin miramientos mi miembro. Dio un respingo al notarlo invadir su coño y gimió como una perra loca.






Así, puta, así! Es mi putita! Haz que me corra! No me falta mucho! Déjame que te llene de leche ese chocho de zorra en celo que tienes....!- exclamé.





- Hazlo ya, me tienes desesperada! Me voy a correr de gusto, cabrón! ¡Vas a hacer que me.......!





corraaaaa........!- gritó Davinia.





Un chorro imparable de flujo comenzó a manar de su coño todavía con mi polla dentro.





La arena se empapaba al absorber el líquido que caía sobre la misma. Noté todo mi pene y mis huevos mojados, di un par de embestidas más y varias descargas de semen salieron lanzadas hacia las entrañas de mi tía Davinia, todo mi leche en su interior, en su vagina carnosa. que suspiraba de placer.






Mientras los últimos chorros de esperma goteaban de mi pene dentro del coño, Pierre embestía ya como un poseso a mi madre. El cuerpo del negro brillaba por el sudor que lo cubría, a la vez que mamá tenía los ojos cerrados y la boca abierta y jadeaba intensamente con cada acometida del francés, que parecía no tener límites en cuanto a la resistencia.






Ahhhhhhh..! Para, Pierre, para, paraaaa! Me estás reventandoooo!- exclamó mamá ante el tremendo brío del francés.






Pero el negro no paró, todo lo contrario: dio un último acelerón, penetró cuatro o cinco veces más a mi madre y en medio de un enorme grito se corrió dentro de ella.






Cuando acabó de derramar toda su leche, extrajo la verga y se dejó caer de espaldas sobre la arena. Lo mismo hizo mi madre, que permaneció unos instantes despatarrada y con el semen de Pierre resbalando hacia fuera por la enrojecida raja de su coño.






Pensé que ya había acabado todo, pero me equivoqué. Tras un par de minutos en los que todos recuperamos las fuerzas y el aliento, Pierre volvió a hablar:






¿Sabéis de lo que tengo ganas ahora? De ver cómo mi querida amiga y perdedora se porta bien y complace a su hermana y se deja complacer por ella ja ja ja!





La insaciable imaginación del francés parecía no tener límites y seguía tramando cosas.






Mi madre ni siquiera reaccionó: creo que aún estaba bajo los efectos de la follada que le había dado aquel negro. Pero mi tía sí habló:





Quieres que tenga sexo con mi hermana? Pierre, Pierre, Pierre....Tienes una mente un tanto perversa.....! Maldito caliente jeje! Pero, sabes?, me gusta ese punto cañalla que posees- dijo, acercándose hacia donde estaba tumbada Débora.






No me lo podía creer: realmente estaba dispuesta a aceptar la propuesta del galo y lo que más me sorprendió fue que mamá no rechazara los primeros tocamientos de mi tía.






Las manos de Davinia se posaron sobre las tetas enormes de su hermana, las acarició con delicadeza y empezó a jugar con los pezones, friccionándolos.






Mi progenitora los tenía totalmente tiesos, apuntando desafiantes hacia delante. Pierre sonreía satisfecho ante lo que estaba viendo y más aun al contemplar cómo mamá comenzaba a devolverle voluntariamente las caricias a Davinia, magreándole intensamente los preciosos, grandes pechos. Las dos se rozaban mutuamente y suspiraban.






Davinia cambió de postura y se situó colocando la cabeza entre los muslos de mi madre, quien a su vez tenía al alcance de su boca el clítoris de mi tía. Casi simultáneamente empezaron a comerse el coño y a chuparlo.






Mi madre saboreaba los restos de mi semen que todavía asomaban por la vagina de mi tía y ésta hacía lo propio con el esperma de Pierre.






Estampó sus labios contra la boca de Débora y la besó largamente metiendo la lengua hasta el fondo e intercambiando saliva y sabores seminales hasta que volvieron a recuperar la posición del “69”.






Comencé de nuevo a calentarme al ver la tórrida escena entre mi madre y su hermana y, cuando quise darme cuenta, tenía a Pierre a mi lado.






Recuerdas el trato? Tú también debes cumplirlo al completo. Tranquilo solo quiero ver como disfrutas la buenota de tu madre y ver como la penetras...!






El muy cerdo se había guardado ese as bajo la manga como remate final de su juego






Mi progenitora y Davinia seguían gozando entre ellas. La polla del francés estaba pringosa y sucia. Por ver el espectaculo de ambas hembras carnosas. Como unían sus sexos como si fueran dos tijeras, peleándose a mordidas...!






Eso es, buenas chicas. Ya ni siquiera os tengo que decir lo que debéis hacer. Vosotras solas lo lleváis a cabo. Miraos con la lengua dentro del culo de la otra como si fuerais dos auténticas putas. Están ricos esos anos, ¿verdad?- comentó el francés, mientras sonreía y 
Con la voz entrecortada me ordenó que me acercase ya a mi madre y que follase con ella. Quería ver un espectáculo de madre e hijo el muy perro.






Vamos, putitas, es hora de terminar el juego- les comentó el galo a mi madre y a mi tía que aún seguían en pleno goce sexual mutuo. Davinia, incluso, penetraba ya a su hermana con un dedo.





Quiero tu polla, negro, deseo tenerla dentro y que me inundes entera con tu leche- le espetó la putona de mi tía.






Pierre no esperó más, le levantó la pierna y, sujetando el pie, mantuvo ésta elevada mientras le insertaba su falo en el coño.






Mi madre y yo nos quedamos mirándonos. Sentí vergüenza y no me atrevía a hacer nada. Pero ella me agarró el paquete con su mano con fuerza segura. y me dijo de forma decidida:






Fóllame, hijo, lo deseo! Hazme tu hembra!






El cabrón de Pierre había terminado por emputecer a mi madre, había conseguido su objetivo. Continué sin moverme y sin reaccionar, pero mamá insistió:






Vamos, hijo...! Hazlo! No me dejes con las ganas! No pasará nada. Quiero tu polla en mis labios...! Ven penetrame! aun que sea poquito.






Fue entonces cuando decidí obedecer a mi progenitora. Me tumbé en la arena boca arriba y agarré mi polla para mantenerla sujeta y firme.






Móntate sobre ella. Quiero que cabalgues- le pedí. Viéndola con deseo, su cuerpo me gustaba era una madre buenota.






Ella me sonrió satisfecha y empezó a agacharse sobre mí, abriéndose de piernas.






Fue descendiendo con su cuerpo hasta que la punta de mi nabo rozó sus labios vaginales y comenzó a hundirse, engullida entre ellos. Paulatinamente cada uno de los centímetros de mi miembro fue desapareciendo en el coño de mi madre, hasta quedar éste enterrado por completo. Entonces, mi madre empezó a subir y a bajar sobre mi polla a un ritmo acompasado.






A nuestro lado la otra pareja gemía y Davinia resistía como podía cada embestida del francés. Ella quería más, no se conformaba todavía. Pierre respondió arqueando su cuerpo y valiéndose de las caderas para impulsarse hacia delante. Ambos jadeaban como locos.






¡Ahhhh....Sigue así! ¡Eso es, muévete tú también! No creo que aguante mucho. La zorra de tu tía me ha dejado a las puertas del orgasmo- me confesó mi madre.






Yo empezaba a empujar desde abajo para que la penetración tuviera más efecto. Noté cómo ella aceleró en su cabalgada y yo también aumenté el ritmo.






Arrgggghhh.......! Esto viene! ¡Voy a eyacular! Me corro, me corrooooo...!






Los gritos de Pierre anunciaron su descarga de leche justo unos segundos antes de que también Davinia llegase al clímax.






Mamá y yo aguantamos sólo unos instantes más. Agarrándola de sus enormes tetas sentí cómo su cuerpo temblaba y se estremecía en el preciso momento de llegar al éxtasis y justo antes de que el esperma saliera a borbotones de mi polla, llenando de él hasta el rincón más oculto dentro de mi madre.






Los cuatro quedamos exhaustos y rendidos sobre la arena.






Nadie hablaba, sólo se oían nuestras respiraciones agitadas, que poco a poco se iban calmando.






Me notaba vacío de fuerzas, agotado y, a duras penas, me puse de pie. Mi cuerpo estaba lleno de sudor, de flujos, con arena pegada en la espalda y en el culo.






Me dirigí hacia el agua del mar para bañarme, limpiarme y refrescarme. Me siguieron Davinia y Pierre. Mamá se quedó unos minutos más tumbada, pero finalmente se unió a nosotros.






Permanecimos dentro del mar un largo rato antes de volver a salir: se estaba haciendo tarde y teníamos que regresar a casa. Pierre se secó, se vistió y se despidió de nosotros. Davinia, mamá y yo tardamos unos minutos más en recoger y abandonar la playa.





Durante el viaje de regreso a casa, le pregunté a mi madre si iba a contarnos qué era aquello a lo que había hecho referencia Pierre.






Mi madre, sabiendo de sobra que entre nosotros tres ya no habría cosas que ocultar después de lo que acabábamos de vivir y disfrutar juntos, nos confesó que Pierre la había sorprendido un día en la oficina, en el despacho del jefe, practicando un trío con la esposa de éste. El jefe no quería que aquel asunto se supiera ni dentro ni fuera de la oficina: compró el silencio de Pierre ascendiéndolo de puesto y trasladándolo a otra ciudad.






Además, tuvo que acceder a que el francés se follara en el despacho a su esposa delante de sus propios ojos el día en que los sorprendió.






Mi madre, por su parte, había pactado con el francés que guardara silencio sobre lo ocurrido y que no se lo contara a ninguno de los compañeros de trabajo ni a nadie de fuera de la empresa. Con un apretón de manos habían sellado ese acuerdo.






Desde aquel día de playa mi madre, mi tía y yo empezamos a tener sexo entre nosotros con cierta frecuencia, podía disfrutas de ambas maduras buenos buenorras, y lo mas caliente es que son mi familia y el sexo se disfruta mas. y en muchas de esas ocasiones llamábamos a Pierre para que se uniera. Por supuesto, el negro y su nabo acudían sin falta a cada una de nuestras llamadas.




CONTINÚA.....? 




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