MADRASTRA VOLUPTUOSA/CAP7
- Bien en este mueble de aquí al lado hay un blog deja tu móvil, descárgate Telegram y espera que te contacte, con una foto de perfil de un bulldog.
Nada de nombres, yo soy Y, tú eres Z y Belén es X, mi casa es la pecera. Entendido, niño? - Pregunto Yolanda aflojando un poco los dedos. -
- Si, si, si entendido. - Respondió confirmando Sergio. -
- Y esto es lo más importante, máximo secreto, repito MÁXIMO SECRETO, no puedes contarle nada a nadie, sobre todo a Cesar, a nadiee… recuerda que trabajo en una compañía de seguros, y puedo encontrar mil excusas para que alguien te espié y me entere de que estas contando algo a nadie.
Yo lo negare todo y os denunciare a la policía. Está claro...?! - Insistió con agresividad, violencia y firmeza Yolanda lanzándole una mirada asesina. -
- Si, si, a nadie, a nadie, a nadie…pero no me denuncies. - Respondía desconcertado el criajo bajito y fofisano después de tragarse toda esa sarta de mentiras de Yolanda. -
Yolanda lo soltó como con desprecio, el con una cara de susto y una enorme erección se dirigió al bloc escribió su número de teléfono y como un perro que esta temeroso de recibir un palo se giró, para contemplar a través de la transparencia del salto de cama las mamazas erectas y turgentes, las divinas caderas y la raja coronada de triángulo de depilado brasileño de Yolanda.
Yolanda mirándolo severamente como una diosa castigadora, le señalo la habitación con un dedo, al tiempo que apagaba la luz del pasillo, el chico, tembloroso y desconcertado se fue hacia su habitación.
Al tiempo que sonriente de satisfacción Yolanda arrancaba el número de móvil de Sergio de la libreta y se iba a su dormitorio. Ya tenía a su herramienta para castigar, ahora a ponerla en marcha.
El lunes a primera hora Yolanda había aprovechado para ir a la peluquería, con tratamiento había recuperado su natural castaño oscuro, le gusta alternar entre su color natural, y el moreno más oscuro, la punta de su sedosa y brillante melena se ondulaba mientras el resto permanecía liso.
Caminaba por la oficina enfundada en una falda de tubo negra, hasta las rodillas, medias negras con ligero, arriba una blusa satén color burdeos de manga larga abrochada hasta arriba con un escote de pico que no dejaba ver nada, calzaba unos tacones de aguja también color burdeos a juego, que realzaba sobre manera su ya de por si natural culo respingón.
Era un espectáculo sexual increíble, al que no se resistía nadie en la oficina, ocupando los pensamientos de deseo y fantasías compañeros y clientes, mientras ella se movía por allí sabiendo lo que provocaba, pero obviándolo todo.
Caminando de un lado a otro, atendiendo una llamada, trabajando en su ordenador como si estuviese sola en la oficina, mientras todos los hombres de forma disimulada la desnudaban con la mirada.
A media mañana se dirigió sin decir nada a un despacho, se encerró en él y apoyando su culo en la mesa del despacho, saco su móvil y empezó a escribir.
- Estás ahí “Z”? - Escribió al teléfono de Sergio que se había guardado el día anterior, la foto de un bulldog presidia el perfil de su cuenta de Telegram. -
Melisa una amiga informática de sus días libres y golfos, que tenía problemas para relacionarse con los tíos, y a la que Yoli le preparaba las “migajas” que no podía comerse para que la chica follase, le había diseñado y regalado un plugin para Telegram, y un número de teléfono con una identidad falsa, de una tarjeta de identidad de un ciudadano de Canadá.
Melisa una friki de cuidado se lo había regalado hacía ya tiempo, ella lo conservaba sin darle mucha importancia, ya que hasta ahora no le había visto la utilidad.
Gracias al plugin la conversación era irrastreable, no se podían hacer pantallazos de la misma, y menos aquellos textos en los que Yoli incluyera un asterisco, el resto se borraba en cuanto el interlocutor lo leía.
En el peor de los casos que rastreasen la cuenta encriptada de Telegram, al final de la misma encontrarían una persona en algún lugar recóndito del Canadá que nada tenía que ver con Yolanda.
- Sí, sí, estoy Y. Qué tengo que hacer? - Respondió el niñato. Yolanda supuso que estaría ansioso. -
- Bien, tienes que darle argumentos de peso para que nadie la despierte del sueño estúpido de que eres el amor de su vida. Ja! ja! - Escribió Yoli.-
- Y eso como lo hago....? - Cuestiono el criajo estúpido. Pobre idiota, pensó sonriendo.... Yolanda. -
- Tienes que ser especialmente afectuoso y cariñoso con ella, bésala, abrázala, sobre todo en público, llévala de la mano o rodeándole la cintura siempre. Dile cosas como te amo, te quiero, eres el amor o la mujer de mi vida y luego bésala apasionadamente, dile que has soñado que vivíais juntos, pregúntale como interesado cuantos hijos querría tener, y dile que tú eres de la misma opinión, en todo….eso si no lo hagas todo de una vez sino paulatinamente durante la semana, que ella o cualquiera con quien pueda hablar sobre ti se crea que has sufrido un cambio de verdadero….. - Escribió Yolanda sonriendo maléficamente. -
- Joder, una cosa es ver a una tía buena como tú, vestida cañón y ponerse a cien y enrollarme con Belén para bajar la calentura, y otra cosa es lo que me pides, no me apetece en absoluto. - Contesto Sergio con fastidio. -
- Pues debes hacerlo, y debe ser muy convincente, repito MUUY CONVINCENTEE. Ella ya está loquita por ti, se dejaría pisar, pero seguro que tiene amigas y quizás parientes de tu edad, que, a la más mínima duda en su amor adolescente, ante tu actitud explicada a esas personas pueden hacer resquebrajar ese estúpido amor adolescente. Necesitamos que este loca y ciegamente apasionada por ti, para que haga lo que le vamos a pedir más adelante, sin ninguna duda, teniendo en su cabeza la estúpida idea fija de una vida de amor y felicidad contigo.… y otra cosa, empieza a pagarlo tu todo. - Explico Yolanda. -
- Joder lo primero lo entiendo, aunque me fastidia, pero lo de pagar todo va a estar complicado, mis padres me aprietan cortándome el chorro del dinero, por mis malas notas, y lo que tengo prefiero gastármelo en mí, la verdad. - Replico Sergio. -
- Gástate tu dinero, paga todo tú y yo te lo reembolsare, no te preocupes y te daré más dinero. - Arguyo Yolanda. -
- Joder, que puto fastidio espero que merezca la pena, toda esta mierda. - Respondió con fastidio Sergio. -
- Eh tranquilo! modera tu lenguaje. Dame pruebas de que haces todo lo que te digo y yo te demostrare cuanto merece la pena, malcriado. - Contesto autoritaria Yolanda. -
- Okey, vale te mandare pruebas.- Escribió sumiso Sergio, acabando así la conversación, cinco segundos después el chat estaba vacío, como si nunca hubiesen hablado. -
Durante la semana le fueron entrando audios y videos a diario.
La ansiedad y el deseo por alcanzar su recompensa lujuriosa habían agudizado la inteligencia del chico, el cual había grabado las conversaciones de baboso enamorado que cada día mantenía con ella, o en vivo y en directo o por teléfono, se oía a la criaja estúpida de Belén suspirar de amor y derretirse ante las caricias y besos del niñato del pendiente y el tatuaje, esto último sobre todo en los videos, donde también se incluían videos de él pagando todas las cuentas y negándose a que la niñata pagase nada, como buen caballero.
Bien, bien, bien, todo marchaba según lo planeado pensaba Yolanda, tenía que mantener la calma, porque esto no había hecho más que empezar y sobretodo la frialdad a pesar de su insatisfacción cuando “recompensara” al niñato.
Y como era de esperar, el niño de metro setenta fofisano, no pudo esperar más y pregunto por su primera recompensa en su última comunicación del viernes.
- Estoy haciendo todo lo que me pides, que hay de mi primera recompensa y el reembolso de mi pasta? - Decía su mensaje. -
- Ven a las 11:00 del sábado junto a la puerta de servicio adyacente al garaje con gafas de sol, protégete con el seto que cubre la puerta para que no te vea nadie, si llegas a las 11:02 minutos no te abriré.- Respondió tajante y muy dominante Yolanda. -
Vicente era un negado en tecnología, como en muchas otras cosas, en casi todo en lo que hubiese que usar mucho el cerebro, para lo que tuviera que ver con el mundo digital, siempre necesitaba que le ayudase alguien.
De esa manera de las aplicaciones de su móvil y del smartwatch, que le había regalado su “niñita” y del que no se separaba ni cuando dormía, se ocupaba Yolanda. Así era como un par de veces semanalmente le revisaba las funciones del móvil y del smartwatch a Vicente, de esa manera le había instalado y activado de forma permanente un rastreador de GPS a Vicente sin que este lo supiera, el cual controlaba Yolanda con su propio móvil, dos puntos que corrían siempre juntos, y le indicaban a Yolanda donde estaba el prepotente despreciable y estúpido superforrado derechón de su marido.
Aquella mañana de sábado habían desayunado juntos, como siempre Yolanda fingía felicidad absoluta, llevaba una vida de interpretación para que le dieran un oscar a diario, su talante, risueño, simpático y positivo la ayudaba por eso, como cada sábado se iría al club de golf a fardar de swing ante sus proveedores, que como siempre le dejarían ganar, porque como en cualquier actividad de la vida, era un inútil ridículo, solo había tenido la suerte de nacer en una familia rica y derechona, y eso era todo.
Yolanda le dijo que tomaría el sol como cada sábado, esbozando su más hermosa y placida sonrisa.
El pobre imbécil creía que había resuelto una crisis familiar con éxito, no sabía la que se le venía encima.
Así a las diez y media tan alegre y campante creyéndose el rey del mambo, Vicente se subió a su coche de lujo y se dirigió al club de golf, mientras dejaba a su esposa con una enigmática sonrisa en la casa, apenas cinco minutos después Yolanda abrió la aplicación para monitorizar a Vicente.
A las once en punto Sergio estaba junto a la puerta adyacente, su pendiente de cruz se tambaleaba en su oreja derecha, la boca reseca y tembloroso, con gafas de sol y el cuerpo de perfil casi pegado a la puerta para que el seto lo ocultase.
A la hora en punto se abrió la puerta de forma automática para el chico, que desconocía que existía un mecanismo automático para abrir esa puerta.
- Pasa...! - Se oyó la voz baja firme y serena de Yolanda de fondo. -
El chico entro en la casa, mirando hacia los lados de forma temerosa. En el umbral que daba acceso a la casa enfundada en un chándal morado de rizo, con el pelo recogido en la nuca con una pinza en forma de un moño y gafas de sol estaba Yolanda, sobre sus zuecos de andar por casa sin parte delantera.
- Cierra la puerta y sígueme. - Ordeno de forma muy seria y estricta Yolanda, dando la vuelta y entrando en la casa seguida por el chico, cerró la puerta del garaje y siguió encorvado y temeroso aquel divino, grande, respingón y firme culo enormee que avanzaba nalga arriba, nalga abajo, nalga abajo, nalga arriba delante de él.
- Qué le has dicho a Belén para estar aquí el sábado en la mañana y no con ella? - Cuestiono con suspicacia Yolanda.-
- No he tenido que decirle nada, quería ir de compras con su madre, nos veremos esta tarde, besitos, cariñitos, manitas y promesas de amor eterno. - Dijo el chico con voz neutra y temerosa, pero con un cierto grado de reproche. -
A través de la casa lo llevo hasta un cuarto en el primer piso, que Yolanda había habilitado como una pequeña sala de estar con un sofá, dos sillones, un par de sillas y estanterías llenas de libros, y preciosos elementos de decoración, Yolanda utilizaba aquella habitación para ver su Tablet o leer libros completamente aislada del resto de la casa.
- Quítate toda la ropa y quédate descalzo y en calzoncillos. - Ordeno de forma tajante Yolanda, sin que cupiera posibilidad de réplica. -
- Pero, pero, pero….! - Dijo dubitativo el criajo fofisano.-
- Quieres la recompensa....? - Cuestiono seria Yolanda. -
- Si, si, por supuesto. - Respondió contrariado Sergio.-
- Mi recompensa, mis reglas, se harán las cosas como, cuando y donde yo diga, está claro, niño malcriado? - Contesto con rotundidad Yolanda. -
- Siii, sii, siiii....! - Afirmo temeroso Sergio. -
- Dame el móvil, reloj, cartera y todo lo que lleves además de la ropa. - Ordeno Yolanda como un sargento de la guardia civil. -
El chico le dio todos los artefactos, y a continuación mirando con temor a Yolanda, empezó a desvestirse torpemente.
Yolanda examino el móvil, ninguna aplicación de rastreo o de grabación estaba abierta, apago el móvil completamente, el reloj normal, y en la cartera tampoco llevaba ningún dispositivo electrónico.
- Está bien siéntate en la silla que está ahí en medio. - Dijo con voz neutra Yolanda. -
El chico tembloroso y temeroso se sentó en calzoncillos en la silla que ocupaba el espacio central de la sala de estar, mirando a su alrededor como un corderito, mientras Yolanda examinaba su ropa, bolsillos del pantalón, costuras, etc…estaba limpio.
En ese momento se quitó las gafas de sol mostrando su rostro completamente maquillado con clase y de forma magistral, sus pestañas rizadas negras y larguísimas, sombra de ojo gris oscuro difuminada sobre sus parpados, la raya de los ojos perfecta y todo combinado con el colorete ligero y el pintalabios rojo intenso húmedo con el que había recibido al chico.
Tomo la ropa del chico y salió brevemente de la habitación para dejarlos dentro del baño de invitados, que estaba enfrente de la sala de estar y cerrar la puerta de este, volviendo al cuarto de estar con tres cinturones en las manos.
Entro en la sala de estar y se los lanzo al chico.
- Átate con los cinturones las piernas a las patas de la silla, venga deprisa. - Ordeno Yolanda. El chico la miro temeroso e inactivo. -
- Mis recompensas mis reglas, recuerda, espabila se te acaba el tiempo. - Dijo Yolanda seriamente, cruzando sus brazos y mirando al criajo fijamente. -
Sergio se agacho y empezó a ajustarse los cinturones con las patas de la mesa, primero a una pierna y luego a la otra.
- Así es muy ajustado. - Dijo Yolanda con satisfacción sin abandonar su talante serio. -
A continuación, se acercó al chico que la miraba entre temeroso y sorprendido, aquel criajo no entendía nada.
- Cuál es la mano con la que te masturbas? - Pregunto Yolanda. -
- La derecha. - Dijo con voz entrecortada Sergio. Yolanda se inclinó sobre el niñato cogió su brazo izquierdo vulgar y fofisano y ajustándolo al respaldo de la silla, se lo amarro con el tercer cinturón. -
El chico estaba completamente atado e indefenso y miraba a Yolanda como un corderillo en el matadero.
- En seguida vuelvo nene y te doy tu “recompensa” ja! ja! - Sonrió por primera vez Yolanda, esbozando su radiante y preciosa sonrisa que enamoraba y despertaba un volcán de lascivia a la vez.
A continuación, salió de la sala de estar y se dirigió a su cuarto, Sergio quedo en gayumbos en medio del silencio de la sala esperando entre hondas respiraciones de ansiedad.
Al cabo de unos minutos que al criajo le parecieron horas, se oyó la puerta del dormitorio de Yolanda, y se oyó la carencia de unos pasos lentos por el pasillo, el característico toc! toc! toc! toc! de unos tacones de aguja recorriendo el pasillo cada ves mas cerca..............
CONTINÚA



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