MADRASTRA VOLUPTUOSA/CAP9

 

 CAPÍTULO  9 









El compañero argentino Gerardo,  que la miraba con los ojos llenos de deseo desbordado, a pesar del empalagoso babeo sobre clase, elegancia, prestancia, y otras lindezas con las que, desde el día que él entro y se la encontró la embadurnaba, tratando de seducirla con babosería y apelativos grandilocuentes, pero nada directo, ni demasiado insinuado, aunque lo había pillado más de una vez mirándole su culo perfecto, y sus ojos se le salían de la cara, cada vez que podía meterlos en su escote para radiografiar milimétricamente sus mamazas inmensas.









Pero  ni le gustaba el tipo, larguirucho, nariz aguileña y melena hasta la nuca, ni esa clase de empalagamiento, y su regla de oro desde el primer día, en el trabajo, nada de nada, ni soltera, ni ennoviada, ni casada.










Sin embargo y a pesar de saber, que el argentino le iba a soltar toda su batería habitual de palabrería, seguía yendo con él a tomar café una vez por semana a una cafetería cerca de la oficina, se había convertido en una tradición, él la agasajaba embadurnándola con palabrería pegajosa y muchas eses, ella sonreía enigmática mirándolo con condescendía e ignorándola toda, mientras reconducía la conversación a asuntos laborales.










-        Y como te movés, con esa cadensia en la cintura, como si flotases tan larga como sos, mira que sos alta y curvilinea, no sé cómo lo hases, vuelas como un ángel sobre tus tacones, que finura y saber estar que tenessss. - Seguía con su verborrea el argentino, mientras Yoli pensaba, que lo que en realidad le gustaría al rioplatense es saber la clase de diablesa guarra y morbosa que era en la cama, ay si el supiese la perra cachonda insaciable, dispuesta y complaciente que podía llegar a ser, entonces en vez de una vez a la semana, tendría que aguantar aquel pesado charlatán todos los días.









-        Y la cuenta de los Prado, como va Gerardo...? El otro día Arturo bramaba, por los problemas que está habiendo con las asistencias, y los cabreos de la directiva y esa es una de tus principales cuentas. - Comento Yolanda sin dejar de mirarle con su maravillosa sonrisa, enigmática, antes de coger la taza de café de la mesa y llevársela a la boca, al tiempo que muy femenina y sensual se reclinaba en el asiento cruzando las piernas.









El tipo cambio de color, su cabeza pendía de un hilo por ese tema, Yolanda lo sabía y estaba harta de la palabrería melosa y de las radiografías de su cuerpo, quería ponerlo en un tema apurado.









-        Esto…. che bueno….. si, esto, es un tema delicado, sabes vos, es una familia complicada, no se decidieron por hacerse todas las coberturas, pero ahora si quieren todas las asistencias ante el siniestro provocado, y don Arturo me culpa a mí de la confusión, mirá…que se yo, no se puede tener alegre a todo el mundo….y bla, bla, bla… - Se enrollaba como una persiana el argentino, mientras Yoli sentía vibrar el teléfono en su chaqueta, cogiéndolo para averiguar que era, mientras el tipo sudando y amarillo de miedo, seguía con su perorata, quejándose de todo, mientras hablaba al aire.









Yolanda miro el teléfono era un mensaje de Sergio: “ Tal y como me dijiste, ya  he convencido a X de que deje de ir a misa y la catequesis de confirmación,  y me ha costado lo mío, muchos besos, abrazos, y otros gestos afectivos asquerosos y mucha charla, sobre que si yo no puedo estar con una chica, a la que todos señalen como una loca fanáticoreligiosa, etc.









hoy es el tercer día que no va a misa, pero hoy ha ido a darse de baja de la confirmación, sigo trabajando en lo otro que me dijiste” acababa el mensaje.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el precioso y divino rostro de Yolanda.









-        Paganos ya y nos vamos, Gerardo. - Dijo Yolanda apurando el café y levantando su cuerpo de bandera sobre sus tacones de aguja de ejecutiva grises.











-        Esto.… che, si, si claro, pero estaba a mitad de la explicación. - Respondió sorprendido Gerardo.









-        No te preocupes, me lo acabas de explicar camino a la oficina. - Replico Yolanda, esbozando una sonrisa maravillosa de plena satisfacción, que dejo mudo al argentino que la acompañaba a la salida de la cafetería como si hubiera visto un ángel.










-        Pues la verdad, tu eres muy católico y todo eso Vicente, cariño, pero solo vas a misa, cuando te invitan las autoridades y en celebraciones y entierros, y pare usted de contar. - Le decía Yolanda a su marido, sentada en el sofá, ella vestía un pantalón cómodo y ancho marrón de algodón y un top rojo de tirantes anchos, el pelo suelto, descalza con las piernas dobladas encima del sofá, con sus dedos de los pies enjoyados y una cadenita de plata en el tobillo derecho,  Vicente enfrente sentado en un sillón, con pijama y batín, fofo, calvo, barrigón y de cuerpo desgarbado, parecía un viejo octogenario.










-        Yo soy un hombre muy ocupado, estoy levantando la empresa, contribuyo para el bien de la nación católica, eso Dios lo tiene en cuenta, además ya está mi niña para ir cada día a misa. - Dijo con retintín y con tono de discurso oficial Vicente.








-        Si  Belén cumple por ti, a saber que santos serán hoy y se habrán nombrado en la misa.  - Respondió con falsa curiosidad Yolanda, que sostenía con sus preciosas manos de delicados dedos una revista.










-        Ahora mismo te sacara de dudas Belén…. Beléen… tesoro, ángel puedes venir! - La llamo Vicente, Yolanda quería comprobar hasta qué punto la chica mentiría, y que giro tendría que emprender ella para desenmascararla.









-        Si papa, qué quieres...?! - Pregunto Belén haciendo acto de presencia, sin dejar de mirar con desde y desprecio a Yolanda como era habitual.








-        Dime cariño, cuales son los santos del día?  Seguro que los recuerdas de la misa de hoy. - Pregunto alegremente Vicente, con sus ojos de enamoramiento pleno en su niña.








Belén guardo silencio muy seriamente, como si cavilase que contestar, al final la niña estúpida, creyéndose la dueña de la situación contesto desafiante.








-        No lo sé Papa, he dejado de ir a misa, llevo yendo a misa todos los días desde que tome la primera comunión, y ya soy una mujer, con mucho que hacer, no puedo ir todos los días. - Dijo en tono prepotente la criaja.








-        Pero, pero, pero…. hija mía,  mi cielo, mi tesoro, tu eres mi billete para la salvación,  además el padre Teodosio, nos lo pidió, que fueras a diario para que tu confirmación fuera perfecta y libre de mancha, y nadie era más creyente y comprometida que tú. - Respondió Vicente atónito y sorprendido con la boca abierto y expresión de no entender nada, sin salir de su asombro.








-        Ya he hablado con el padre Teodosio, de momento dejo el curso de confirmación, tengo que pensar en muchas cosas. - Contesto Belén con su tradicional aire de suficiencia, antes de dar la vuelta e irse dejando a su padre con la palabra. -








-        Pero, pero, pero Belén, mi ángel que está pasando, que está pasando…tú te crees, se va, se va dejándome con la palabra en la boca - Dijo Vicente con el rostro lívido por la decepción.







-        Bueno tampoco ha dicho que no vaya a confirmarse, solo ha dicho que ha de pensarlo, es un gesto de madurez, ya es una mujer. - Se expresó en un tono conciliador Yolanda.








-        Pero que madurez, ni que ocho cuartos, mi hija no tiene que madurar, ni pensar, ha de hacer, lo que se supone que tiene que hacer una chica de su clase. - Hablaba indignado Vicente.








-        Vicente, mi amor, si vas ahora y le impones que vuelva a misa y a confirmación lo único que harás es forjar una rebelde, que en cuanto no esté bajo tu custodia, no volverá a pisar una iglesia, déjala y veras como vuelve al redil. - Defendía falsamente a la niñata Yolanda. 

Al tiempo que su marido con cara de estupefacción y profunda decepción, pero resignado, se iba al baño rechinando los dientes, mientras Yolanda sonreía de satisfacción cuando este le dio la espalda. La cosa marcha, pensó Yolanda.








Las semanas que  Belén las pasaba con ellos no había recompensas, aunque siguiendo los consejos de Yolanda, el chico había encontrado excusas para no visitar la casa, y le había instalado en el coco a la criaja, que cualquier cosa diferente en ella su padre le echarían la culpa a él, por lo que era mejor que creyeran que estaban distanciados, si querían seguir gozando de su amor, en libertad.










Y la cosa había cuajado, esos fines de semana de momento no había recompensas, primero porque Belén sola o con amigas estaba por la casa, y segundo porque a pesar de las peticiones del chico, Yolanda exigía más pasos,  recordándole lo suculentas que podían ser las recompensas de su cuerpo.









Y claro el chico acelero la semana que Belén volvió a estar con su madre. 
Una tarde noche en la que Yoli había completado sus quinientas abdominales y su hora diaria de elíptica, de manera que salía del cuarto gimnasio, se encontró a Vicente hecho una furia.









Su mujer le había dicho que la niña llevaba tres noches llegando cerca de las doce, y que no estaba dispuesta a volver a su horario restrictivo anterior.








El criajo se lo había dicho a Yolanda, pero esta no sabía cómo alertar a su marido, si la madre la protegía o no se daba cuenta, tendría que esperar a que estuviera en su casa y rompiera las reglas, pero no había hecho falta.









Sergio que apretaba desesperado por más episodios de recompensas con el cuerpo tan exuberante y voluptuoso de Yolanda, había apretado también con lo de las notas, Yolanda le había indicado que había que hacer que Belén suspendiera el curso, algo muy complicado la verdad porque era un colegio de pago de los más fáciles, para que pijas tontas como Belén sacasen todo buenas notas, pero el chico llevaba ya tiempo erosionando a la niñata insoportable  “las tías buenas y guays no sacan todo sobresalientes”  y cosas por el estilo, como un martillo pilón, por una grabación que le había mandado el chico, sabía que ella muy orgullosamente le había enseñado las calificaciones de los últimos tres exámenes y trabajos donde había suspendido, la pobre estúpida, totalmente conducida a su perdición.










La videollamada sobre el incumplimiento del horario nocturno durante la semana fue un show, Vicente bramando como un loco, la cría gritando histérica y agresiva, llamando a su padre, momia, antigualla,  la madre intentando conciliar, el padre exigiendo como un dictador inmisericorde que se cumpliesen su ordenes, acusando a Sergio, donde ella se lanzó como una leona, defendiéndole y además usando el argumento que le había dicho el chico, ahora se veían menos.










Vicente estaba como loco, ella uso la amenaza infalible su madre se lo había consentido, si Vicente no accedía, no iría a casa de su padre. De fondo fuera del alcance visual de la videollamada, Yolanda se frotaba las manos mentalmente, aquello estaba funcionando fenomenal.  









Vicente accedió como no, hecho un basilisco cargando contra todas las mujeres, diciendo idioteces como que con Franco no pasaba, cuando él solo era un niño cuando murió Franco.
Que faltarle el respeto a él, que quien se había creído esa cría, pero a pesar de la ira desbordada, aún estaba muy lejos del descredito y el desafecto necesario versus la cría, él había pasado por el tubo, con la amenaza de siempre.









Yolanda seguía intentando calmarlo como relativizando todo lo de la cría, que era una adolescente, y esa clase de argumentos, que parecían estar del lado de la criaja.









Eses mismo jueves, el niñato fofisano de pendiente, tatuaje y polo lacoste, empujado por la ansiedad, volvió a preguntar por su recompensa.









-        Esta vez sí verdad, verdad que sí, esta vez me he ganado una recompensa. - Escribía por el chat de Telegram, transmitiendo una enorme ansiedad, cinco segundos antes de que se borrase la frase.









Yolanda lo pensaba de vez en cuando, pensaba el enorme riesgo que corría, ahora ya no había vuelta a atrás, si paraba en seco quien le garantizaba que el chico, no dejaba tirada Belén contándoselo todo, o le montaba una escena delante de Vicente, o de alguien que conociera a Vicente, la lujuria salvaje que había encendido en el criajo, eres bastante cegadora y enloquecedora, sobre todo a esa edad y por una hembra tan voluptuosaaa y espectacular como Yolanda.









El más mínimo atisbo o sospecha de infidelidad, pondría en marcha la máquina de divorcio del vengativo, celoso, derechón, miserable y rencoroso de Vicente, tenía que seguir hasta el final con su plan, un plan que neutralizaba los peligros al acabar.










Durante la cena, como quien no quiere la cosa Yolanda pregunto a Vicente por cómo iba su swing de golf, él se regodeo de lo bueno que era ( aunque era muy consciente que los proveedores le dejaban ganar para ensanchar su ego y su vanidad), pero que había que seguir practicando que ese sábado volvería al club de golf, que aprovechase la piscina ese sábado que era suya, le dijo el muy cretino con total neutralidad, inconsciente de lo que aquella decisión suya había provocado y traería.








Después de cenar le escribió al chico.







-        Este sábado mismo sitio misma hora… MISMAS REGLAS.








El sábado el niñato pijo estaba puntual como un clavo, con sus gafas de sol, ocultándose de la vista de cualquier viandante. Yolanda siguió el mismo protocolo que la vez anterior, Vicente hacia media hora que se había ido, y ella lo monitorizaba con la aplicación instalada en el pánfilo.








Abrio desde dentro con el mando de apertura, vestida de chándal, pelo recogido con una goma sobre la cabeza en forma de moño, gafas de sol grandes, hizo pasar al chico a su sala de estar, esta vez le hizo desnudarse del todo, reviso su móvil y lo apago, así como reviso todas sus ropas, comprobando que no llevaba nada, dejo ropa , cartera y el resto de cosas en el baño de invitados cerrando la puerta, mientras el chico con la polla morcillona, se ataba las piernas a las patas de la silla con los cinturones.








-        Qué excusa das para estar aquí? - Pregunto Yolanda con voz neutra y autoritaria, con mucha seriedad.









-        A Belén pocas, porque casi todas las mañanas de los sábados o va con su madre de compras, o queda con su amigas, nos vemos por la tarde noche, aún estoy trabajando lo de que rompa la hora de las 12:00 de la noche el fin de semana…. y a mis amigos les digo que tengo que ayudar a mis padres en la casa o que tengo que ir con Belén.









Contesto Sergio con una sonrisa de satisfacción, como esperando la aprobación de Yolanda y ojos que la miraban llenos de deseo.








Yolanda se abalanzo violentamente sobre el criajo, cogiendo sus mofletes con fuerza y fiereza entre sus dedos pulgar e índice.









-        Que sepas que te estoy vigilando, niñato, más de cerca de lo que tú te crees y como le cuentes a alguien lo más mínimo, prepárate para ir a la cárcel y que te rompan el culo.... - Mintió como una bellaca Yolanda, apretando aún más fuerte con sus femeninos dedos los cachetes del chico con una voz violenta de agresiva amenaza.









-        No, no, no…no se lo he dicho a nadie Yolanda…de verdad…no, no, no se lo he dicho, ni se lo diré a nadie… ni a Cesar que se ha buscado un nuevo grupo de amiguetes, que mueven pastillas y pasa de mi, porque le avergüenzo y eso… te lo juro, te lo juro, no se lo he dicho a nadie, ni se lo diré, tus recompensas son lo más importante en la vida para mí en estos momentos. - Le contesto el niñato entre gemidos. Lo tenía a sus pies, completamente drogado de lujuria, ella era lo que más deseaba en el mundo, debía matarse a pajas pensando en ella y muriendo de deseo por obtener las “recompensas” que ella le ofrece.










-        Está bien... peroo recuerda que te estaré vigilandooo, ok! - Contesto Yolanda sin abandonar el tono autoritario y castigador, al tiempo que se acercaba a él y le ataba el brazo izquierdo al respaldo de la silla con el cinturón, observando como le había hecho caso y llevaba el pubis, el pene completamente depilados.









-        Ahora vuelvo...… - Dijo esta vez Yolanda con voz más neutra. Saliendo de la habitación........!!!!







CONTINÚA 




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