MADRASTRA VOLUPTUOSA/CAP14
CAPÍTULO 14
La primera discusión siempre era por el vestido que llevase Yolanda... Para la mayoría de las ocasiones Yolanda había conseguido convencer al zafio zarrapastroso, que cuanto más sexy y bonita fuera ella, mayor era el honor que a él le hacía.... todos verían cuando caminase a su lado, se cogieran de la mano etc… Que él era un hombre de éxito con una mujer de bandera.
Ese argumento le contentaba de momento, aunque durante el tiempo que Yoli fuese vestida así, el ser el objeto del deseo de todos los hombres, lo ponía huraño y encabritado.
Por lo que ella procuraba besarlo, acariciarlo, ir siempre de su mano, signos inequívocos de que ella era su hembra eso lo relajaba, pero no mucho.
Pero en la cena de gala y baile como no eran solo miraditas, sino que también habría contacto físico, el cerdo decrépito, ponía objeciones a todos sus vestidos de noche más sexys.
Para aquella ocasión llego a mostrarle hasta cinco modelitos de vestidos ajustados, preciosos de todo tipo de colores y telas, con todo tipo de escotes, el principal problema es que todos eran mini en la parte de abajo dejando a la vista tres cuartas partes de los perfectos y moldeados muslos de sus largas y finas piernotas, con ese hueco sexy natural entre ellos.
Si el problema era que enseñaba sus muslos, eso tenía solución. Después de enseñarle cinco modelitos para que los aprobase y averiguar la causa de su negativa, Yolanda le dio a Vicente un ultimátum, debía aceptar cualquier modelito que escogiera en el que la parte de la falda llegase a la rodilla, o sino no iría a la gala, le dijo ella en un tono que no admitía replica. El girando el afirmo con la cabeza.
La treta le había salido redonda a Yolanda, para sofoco y desesperación de Vicente.
En realidad, todo había sido un truco para poder lucir el vestido que ahora llevaba puesto, sabiendo las reticencias a las minifaldas de Vicente, Yolanda había lucido varios vestido minifalda, mostrando que perdía la paciencia para conseguir, que no pudiese decir que no a aquel vestido.
Un vestido rojo neutro que acababa con su falda dos dedos por encima de la rodilla, pero que era extremadamente ceñido, acoplándose a su cuerpo como una segunda piel, dibujando de forma salvaje todas sus perfectas y exuberantes curvas.
Sus enormes y perfectas tetazas contenidas y a la vez exhibidas en dos perfectos y recogidos triángulos redondeados que las contenían como dos cuencos a punto de estallar... que realzaban su perfecta e inmensa redondez en forma de gota de lluvia, con un escote de pico redondo que dejaba ver solo la parte superior de su canalillo desde donde bajaba una raya sobre el vestido hasta el final del mismo, como una cordillera de la que salían horizontales y armónicos pliegues, que se movían levísimamente debido a lo ajustado que estaba el vestido a la piel de bronce cetrino de Yolanda.
Realzando sus divinas caderas, su perfecto y definido abdomen, y por atrás su culo gordo, grande y respingón, especialmente respingón debido a los zapatos de tacón de baile negro que calzaba y que elevaban su cuerpo de voluptuosidad extrema.
Llevaba el pelo suelto con su raya al medio y su melena lisa y brillante caía por los lados de su cabeza, hasta que las puntas alcanzaban la mitad de la espalda, pintalabios rosa húmedo a juego con las uñas de sus manos, pestañas larguísimas rizadas y con el rímel justo, y la sombra de ojos oscura difuminada, bajo las cejas perfiladas y oscuras, unas perlas adornaban sus orejitas, la alianza en una mano y en la otra un anillo de brillantes.
El vestido se ataba por un fino hilo rojo con un nudo por detrás de la nuca de Yolanda, dejando toda la espalda desnuda hasta los riñones donde el vestido se cerraba en una curva sobre sus fibrosas y turgentes nalgotas.
Yolanda no podía estar más espectacular y más sexy.
En la cena y baile de gala había muchas mujeres despampanantes, todas con sus vestidos sexys de gala, rubias, morenas, castañas, hasta pelirrojas, no eran la mayoría de las mujeres, pero si había competencia seria para Yolanda.
Pero la gran baza de Yolanda era su carácter de siempre, tan risueña, tan simpática, tan conciliadora y juguetona, esgrimiendo a todo el mundo su maravillosa sonrisa angelical, sincera y seductora, no había hombre que se resistiese a eso...
Al contrario que todas los demás, estirados bellezones que solo le ponían buena cara a los hombres atractivos, y cara de mustia y helada, sin ninguna gracia a aquellos que claramente los desnudaban con los ojos, les ponían ojos de cordero degollado, o caras bobaliconas de deseo, a todos ellos, girándoles la cara despreciativamente sin darles ninguna esperanza a la más mínima señal.
Mientras Yolanda les sonreía con sincera cordialidad, y esa accesibilidad de una diosa tan despampanante, la que la convertía en una joya única a ojo de todos los hombres, que la deseaban tanto por su cuerpazo increíble como por su carácter.
Y a la hora de relacionarse hablaba con todos por babosos u horripilantes que fueran, se tomaba una copa con cualquiera un agente obeso mórbido o uno que hacia guapo a Quasimodo, con total naturalidad y conquistando todos los corazones.
Y tenía que estar realmente cansada para rechazar un baile (naturalmente el pato mareado y zambo de Vicente, no bailaba) y si tenía que hacerlo, ante el desilusionado peticionario, cuando se recuperaba de nuevo iba a buscarlo para sacarlo a bailar, siempre con su maravillosa y preciosa sonrisa iluminando su cara y derritiendo a todos los tíos de la gala.
Cuando Arturo la veía actuar así, sabía que aquella diosa de Playboy era una mina, gracias a ella las sinergias con todas las territoriales de la compañía fluían como los ríos al mar.
La música que tocaba la orquesta eran bailes de salón ligeros y alguna que otra lenta, y ella bailaba con todos los representantes de las territoriales.
Mientras Vicente desde la mesa de la platea donde solía posicionarse seguía su mujer con la mirada, como un halcón celoso, como el capitán que controla a los marineros.
Ella bailaba con unos y con otros, más jóvenes, maduros y viejos, que le ponían una mano en la cintura y con la otra la guiaban, o que en las lentas le ponían las dos manos en la cintura, la mayoría de las veces mirándola desde abajo, porque con los tacones alcanzaba el metro ochenta y los más bajitos, lo agradecían al tener frente a su nariz el escote de sus deliciosas y enormes mamazas mega carnosas
- Vamos, don Damián, se le ha comido la lengua el gato, jajaja
- Uuuuhhhhhh!!!!! vaya vuelta me has dado, eres un estupendo bailarín....!!!!
- Muyyyy bien, así le gusta a una mujer que la lleven bailando…. - No dejaba de bromear y reír jovial y traviesa Yolanda con todos sus parejas de baile.
Sobre todo con los más viejos y los menos agraciados, que se movían torpemente bailando con ella.
Abrían los ojos como platos, y metiendo sus miradas por todas las rendijas que podían mostrarles algo de las curvas enloquecedoras de aquella diosa, muchos con la boca abierta casi babeando, con cara de entusiasmo, moviendo sus manos lentamente cuando sostenían a Yolanda durante sus bailes, como si la frotasen para poder quedar con algo del tacto de aquella super hembra de talante espectacular.
- Qué pasa mujer, que bailas con todos menos conmigooooo...!!!!!
La sala de baile estaba iluminada principalmente en el centro, por lo que ha Yolanda le costó reconocer al tío que le hablaba.
Era uno de los representantes de otra territorial mediterránea, que había visto por primera vez en aquella jornada, por lo visto llevaba menos de un año en la compañía, pero era un crack, un cuarentón de un metro setenta y seis más o menos y el cuerpo muy normalito, pero con unos ojos verdes preciosos y muy incisivos.
- Contigo no bailo porque no me lo has pedido, no te hagas el importante!!!!
Respondió a la provocación, Yolanda esbozando una sonrisa maliciosa. Llevaban todo el día así.
Lucio que era como se llamaba el tío, se le había acercado durante el día, en la exposición de resultados en una de las múltiples pausas para el café, y la había abordado sin dejar de flirtear y de interesarse por ella.
Pero ella como siempre, le había enseñado el anillo y había aplicado la táctica de la indiferencia, con algunos cortes, pero no había logrado zafarse de él, que insistía, una y otra vez, en cada pausa, aunque ella intentaba hablar con otros grupos, él siempre sabía cómo llegar hasta ella, que no paraba de darle cortes.
Pero no había día que los encuentros con él chico no ocupasen sus pensamientos, cada día se masturbaba más pensando en ellos, y cada vez estaba más cachonda y la insistencia de aquel hombre con formas de lujuria contenida, con aquellos ojazos verdes que la tenían rendida, la estaba calentando... ojalá fuera una gala de la compañía donde no estuviera casada con Vicente, se lo follaria hasta dejarlo sin aliento.
Aquellos pensamientos ocupaban su mente mientras se sentaba al lado de Arturo durante la exposición de resultados, y al mismo tiempo el pánico del monstruoso riesgo que supondría y todo lo que tendría que perder, la paralizaba y borraba aquellas ideas de su mente.
Y de nuevo otra pausa para el café, y de nuevo aquellos ojazos verdes encima de ella, y de nuevo la calentura.
En la sobremesa de la comida, volvieron a hacerse corrillos, Yolanda no osaba mirar alrededor para que él creyese que estaba buscándolo, en un momento dado ella se quedó en una esquina.
Y el apareció sobre su hombro......
CONTINÚA







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