MADRASTRA VOLUPTUOSA/CAP15

 

 CAPÍTULO  15








Yolanda llevaba una falda de tubo azul marino cuatro dedos por encima de la rodilla, una blusa satén azul normal ceñida y abrochada hasta el último botón, y encima una chaquetita azul marino a juego con la falda que le cerraba hasta la cintura, medias de seda negra transparentes y tacones de agua azul marino a juego, en la orejas aritos color plata anchos y planos, con anillos y pulseras a juego.








-        Sabes nena, he visto muchos culos en mi vida, pero ninguno tan perfectamente respingón como el tuyo, podría dejar mi copa sobre él con la seguridad de que no se caería...








Le susurro el cuarentón provocador por encima del hombro, en un tono de lujuria fatal.







-        No lo sabes tú bien... lo respingón, duro y perfecto que lo tengo! - Respondió Yolanda con voz de zorra cachonda, tirando leña al fuego provocador del cuarentón.







En cualquier otra circunstancia, si no estuviera tan cachonda por los episodios con el chico, le habría lanzado una mirada como si le hablase en otro idioma y se habría marchado dejando al tío con dos palmos de narices.








Ahora también se marchó, pero agitando sus nalgotas macizas arriba y abajo, abajo y arriba provocando al cuarentón.







Encontró a Arturo, respiro hondo e intento olvidar lo ocurrido, se mezcló con otra gente en otros corrillos, hasta que empezó una proyección de unos videos promocionales de la compañía...








No sabe cómo sucedió, pues ella no lo vio aparecer, estaba hablando con otras compañeras, cuando al sentarse de un lado estaban ellas y del otro el cuarentón con aquellos ojos verdes, que a Yolanda le pedían a gritos que le arrancase la ropa y se lo follase tan duro.








Yolanda no dijo nada, se quedó mirando la película, como si él no existiese, algo más allá de los cinco minutos, Yolanda sintió como la mano del cuarentón se posaba en su muslo, ella movió su pierna para intentar desalojarla sin escándalo, manteniendo su tez seria...









Pero el coloco sus dedos en garra y fijo el muslo firme y maravilloso de Yolanda, que estiro el tronco, la mano del tío empezó, a bajar lentamente por su muslo.









En todos los demás momentos de su vida laboral incluso cuando no estaba casada, Yolanda habría bajado su mano levantado la del cuarentón con fuerza suficiente, y después de retirarla se habría marchado de aquel asiento, pero ahora.... era superior a sus fuerzas, entre lo caliente que estaba por sus encuentros con el chico... que no dejaba de revivir, y aquellos ojazos verdes persiguiéndola todo el día, ni el pánico al riesgo que corría y que todo se fuera al carajo, pudo contenerla.








Se relajó en el asiento y cerró los ojos disfrutando del tacto de la mano masculina acariciándole el muslo hasta la rodilla, muy suave  y muy lentamente, metiéndole la mano por debajo de la falda desde la rodilla, presionando suavemente sobre su muslo vestido por la media negra transparente con sus dedos pulgar e índice, llegando hasta el fin de la media y el ligero y jugando con el enganche....









Yolanda iba a empezar a gemir, cuando un grito que salía de la pantalla, le saco de su sopor, había creído reconocer la voz de Vicente en aquel grito.








Se levantó de un golpe con la cara blanca, haciendo que el cuarentón retirase su mano y su cuerpo, y abandono la sala de proyección.









Le dejo un mensaje a Arturo en el whatsapp, diciéndole que se había mareado, que iba a casa a ver si se recuperaba para la cena, y se marchó a casa en estado de shock, casi llorando, tenía que controlarse o todo saldría de madre y todos esos años de  sacrificio se irían al carajo.









Así que repuesta, aunque débil en su voluntad, estaba allí como era habitual en ella, bailando con el cuarentón de los ojazos verdes, que le sonreía maliciosamente, aunque los dos hacían ver que aquella tarde no había pasado nada.









-        Te he visto y bailas muy bien, mujer. - Piropeaba seductoramente el cuarentón a Yolanda.








-        Bueno, tu tampoco lo haces mal. - Respondió Yolanda manteniéndole la mirada coqueta, para al segundo pensar “mierda, porque le he dicho eso, así se dará cuenta de que lo estaba observando –debía haberle dicho; gracias y ya”. Dioos…que ganas tenía de follarselo. -








El cuarentón, sonrió solicito y acerco un poco más el cuerpo de Yolanda al suyo.








Ponían una lenta la luces estaban un poco rebajadas, él la agarraba con ambas manos por la cintura y ella rodeaba sus cuello con sus finas y femeninas manos.









-        Cuando sonríes, el sol se derrite y la luna aúlla. - Susurro el ojazos verdes, sin dejar de mirarla fijamente.









-        Vaya que poeta eres….!! - Mostro su preciosa e increíble sonrisa Yolanda, semiruborizaba, como le ponía aquel tío, no era nada del otro jueves, cuerpo normal de cuarentón, a la misma altura que ella gracias a los tacones, pero su insistencia, su barbita recortada y sus ojazos verdes, la tenían a mil...















Los episodios con el criajo, habían desatado a la zorra cachonda e insaciable que era... y que lograba controlar para obtener su principal objetivo, gozar de la fortuna del derechón zafio de Vicente, pero aquel cuarentón la estaba poniendo tan caliente que se dejaría hacer por él, lo que él quisiera toda la noche.








-        La mujer más guapa de la gala, se merece poesía y mucho más. - Siguió el cuarentón con su voz melodiosa y seductora.
















-        Exageras, aquí hay muchas mujeres jóvenes y espectaculares, mucho más que yo. Mira por ejemplo Rebecca de la territorial cuatro, tan rubia y perfecta, parece una top model. - Replico Yolanda, esgrimiendo una sonrisa satisfecha y enigmática.









-        Si la verdad, hay muchas mujeres espectaculares en la compañía y en la gala, pero todas son unas estúpidas, que se creen que Dios ha de pedirles permiso para hablar con ellas, y ninguna, ninguna tiene tu sonrisa. - Contesto el ojazos verdes sin que le templase el pulso.









Si no estuviera Vicente por allí, Yolanda se estaría enrollando con él allí mismo delante de todos, su entrepierna era un volcán.








-        Muchas gracias, es mi carácter natural, pero creo que ya te he dicho hoy suficientes veces que estoy casada. - Dijo Yolanda con una sonrisa deliciosa provocando al cuarentón, queriendo probar hasta donde era capaz de llegar.









-        Y como veras para mí eso no es un problema, sobre todo ante una diosa como tú tan mal casada... - Contrataco sereno el ojazos verdes, Yolanda era un volcán a punto de explotar, como la encendía aquel macho insistente.









La noche había ido avanzando y mucha gente se había marchado ya, y ellos tampoco tardarían en hacerlo.















Yolanda ladeo la cabeza y vio a Vicente ocupado con dos tíos que le hacían la pelota, mientras él se pavoneaba con ellos, sin mirar a la pista de baile, que en una esquina tenía una serie de columnas, más decorativas que otra cosa, por donde divertidas las parejas de baile se colaban... y salían bailando entre las columnas...









El ojazos verdes seguía bailando con ella, sin dejar de mirarla fijamente, subiendo sus manos lentamente por su espalda desnuda acariciando su piel cetrina y provocándole escalofríos de placer...
















Yolanda podía leer el deseo en el tacto de los dedos del cuarentón, cuanto le gustaba aquel tío, pensó cerrando los ojos y abandonándose a aquella sensación, dejando que el ojazos verdes la llevase sin que ella se diera cuenta hasta uno de los grupos de columnas de las esquina.








-        Qué ha pasado esta tarde? - Pregunto con voz neutra el cuarentón.








Yolanda abrió los ojos entornándolos con su mirada de perra en celo y dándose cuenta que estaba en el rincón de las columnas, lejos de las miradas de todo el mundo, empezando a notar la humedad ardiente en su raja.









-        Tú ya sabes lo que ha pasado... - Respondió Yolanda susurrando con voz provocadora y lujuriosa.








El ojazos verdes sin dejar de moverse al ritmo de la música, deslizo sus manos lentamente acariciando toda la desnuda espalda de Yolanda, hasta que sus dedos se colaron en el pequeñísimo hueco que había entre su piel y el vestido rojo espectacular de Yolanda empezando a abrirse camino sobre sus riñones.








-        Y me parece que te ha gustado!! - Contesto Lucio el ojazos verdes.








-        Si no estuviera casada iba a dejar que me hicieras de todoo..... - Exclamo Yolanda mordiéndose el labio inferior, completamente descontrolada de su libido......





CONTINÚA 





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