VANESSA.../CAP1

 

 CAPÍTULO  1







Mi cuerpo bastante obsceno hablaba en silencio, contaba una historia que no debía contarse, deseo prohibido... Hambre de placer que deshace vínculos, y que no esta permitido.







Mantuve la concentración. Cerré los ojos con firmeza, como si al hacerlo pudiera sellar el fuego que ardía detrás de ellos!! Controlé mi respiración, lenta, profunda, casi ritual. 







Dejé que cada pensamiento disperso se deslizara fuera de mí… pero los arrebatos libidinosos no se iban tan fácil. Se aferraban a mi piel, susurraban desde dentro. Y aun así, me mantuve firme. Me concentré. No porque no los deseara, sino porque sabía exactamente lo que podían desatar...







Exhalé con una frialdad calculada, dejando que el aire se deslizara lento entre mis encantadores labios carnosos, apenas entreabiertos, suaves. Sentí el calor de mi propia respiración rozarme... como si mi cuerpo se tentara a sí mismo. 







Entonces, con una lentitud casi obscena, pasé mi lengua por ellos, para humedecerlos, para saborear el rastro de lo que aún no había ocurrido.







Me senté en la postura del loto, justo en medio del gimnasio, como si invocara un deseo secreto. 

Mi trasero enorme, carnoso, escultórico, se acomodó con firmeza sobre la esterilla, marcando su territorio con una voluptuosidad que desafiaba la discreción. Si hubiera hombres quedarían como estúpidos, babeando con la tentación que ofrecía.







Y mis tetas, enormes y soberbias, se alzaban como una ofrenda al pecado, respirando con cada inhalación una mezcla de poder y demasiada provocación. 







No era solo yoga. Era una coreografía de deseo inapropiado, una escena donde contaba una historia monstruosa. Con un fuego contenido que amenazaba con incendiarlo todo...!! el fuego no ardía a la vista, pero vibraba bajo mi piel. 

La gloria, la moral, el silencio. Era una escena que no debía existir, y sin embargo, ahí estaba...








Llevaba varios años practicando yoga y había mejorado bastante. Empecé a tomar clases en el gimnasio, pero me fastidio  trabajar con los horarios, así que cuando gané la suficiente, empecé a practicarlo en mi casa, en mi tiempo libre y cuando yo quisiera sin necesidad de horarios fijos a la semana.







Y alguien tenía que darle un buen uso al gimnasio. Ahora que Logan ya no estaba en casa, no quería que todo este equipo se desperdiciara para nada.







El ejercicio y la buena forma física eran mis pasatiempos favoritos. A algunas mujeres les gustaba ir de compras, a otras broncearse, a otras tejer o coser... a otras leer. A mí me gustaba mantenerme en muy forma. 







Y claro, también me gustaban la mayoría de las cosas que mencioné antes. A qué mujer no le encanta ir de compras?! Pero hacer ejercicio siempre fue, sin duda, mi actividad favorita.







Bueno..... mi segunda cosa favorita, tal vez

Hacer ejercicio o yoga me mantenía concentrada.... Me ayudaba a mantener mis pensamientos en orden, sanos y mis impulsos bajo control. 







Verás... lo del control de mis impulsos… digamos que nunca fue mi especialidad. Y aunque sabía los riesgos, había algo en el peligro que me atraía más de lo que debería... Lo mío con los "impulsos" no era un simple desliz. Era una batalla constante, Y sabía perfectamente en qué abismo podía caer si no aprendía a contenerme!!







La verdad, mis impulsos eran como fuego bajo la piel. Sabía que si no los domaba, podían arrasar con absolutamente todo....!!!

Y aún así, a veces me tentaba dejar que ardiera...







Extendí la pierna derecha con lentitud, como si cada centímetro de estiramiento fuera una invitación. Me incliné hacia adelante, dejando que la frente rozara la rodilla con una entrega casi devota. El ardor en la espalda se encendió como una llama íntima... y sentí cómo la parte inferior de mi camiseta deportiva roja, ajustada y elástica, se deslizaba hacia arriba, revelando la curva de mi cintura con descaro involuntario. 







Al mismo tiempo, el dobladillo de mi licra negra, también elástica, cedía hacia abajo, dejando al descubierto la base de un culo demasiado tentador para pasar desapercibido, firme, generoso, con mis dos nalgas muy carnosas, casi obsceno en su perfección.








Me sujeté el pie descalzo con ambas manos, manteniendo la postura como si el cuerpo supiera que estaba siendo observada, deseada.... No era solo ejercicio. Era una escena de lujuria contenida, una coreografía donde cada músculo hablaba en silencio, cada gesto era una provocación. 

Y yo, en medio de todo, me ofrecía sin decirlo, sin pedirlo.







Solía dejarme controlar por mis impulsos. Pero al recordar cómo fue mi juventud, creo que es difícil que alguien me culpe.







Durante mucho tiempo, no me di cuenta de que me consideraban muy hermosa, de verdad!! 

Puede que suene un poco tonto o falso decirlo, pero es la verdad. 







Mis padres y otras personas dijeron que sabían que sería problemática desde pequeña. Al principio, no entendía a qué se referían, pero al mirar atrás, esas personas no tenían ni idea de lo que era capaz de hacer.







Yo era una niña bastante normal. Era una jovencita simpática y dulce, buena estudiante y amigable con todos. Pero esos sentimientos inocentes de la juventud se transformaron al llegar a la pubertad.







Yo era una niña bastante normal. Una jovencita simpática, dulce, aplicada en clase y siempre dispuesta a sonreírle al mundo. Mis días estaban llenos de juegos, risas y una inocencia que parecía eterna. Pero algo empezó a cambiar cuando la pubertad tocó a mi puerta... "mi vagina".






Sentí que ese período de crecimiento me afectó más que a nadie... Mi cuerpo se descontroló de la noche a la mañana mientras las hormonas me bombardeaban. 






De repente, medía 45 centímetros más y llevaba un sostén DD. Mis hormonas estaban descontroladas y las estaban poniendo enormes!! Prácticamente una escuincla con unas... tremendas CHICHOTAS... de señora.







Recuerdo mirar a mis compañeras de clase y preguntarme por qué no se volvían tan locas como yo. Apenas podía controlarme....







Sentí que ese período de crecimiento me afectó más que a nadie, más intenso que en nadie a mi alrededor. Mi cuerpo se descontroló de la noche a la mañana mientras las hormonas me bombardeaban. 







De pronto, mis pechos medían 45 centímetros más... mi busto creció desmesurado, muy provocador, imposible de ignorar!! 

Maldición, reclamaban espacio en cada prenda, en cada mirada cuando salia a la calle. El sostén DD no era solo una talla, era una declaración de "mirenlas..."  Y me gustaba.







Recuerdo mirar a mis compañeras de clase, todas aún envueltas en su dulzura con cuerpo y tentas de infantil, y preguntarme por qué yo sentía tanto. Por qué el deseo me recorría como un fuego bajo la piel, por qué cada roce, cada mirada, cada silencio me encendía. Apenas podía controlarme... Era como si mi cuerpo hablara un idioma que nadie más entendía.  

Hecho de curvas, de tentación, de una lujuria que no pedía contenter.







Me obsesioné con los chicos, y mi cuerpo ansiaba satisfacción constante solo para poder pensar con claridad. 

Al principio, esa atención venía de mí misma, obviamente, y me prestaba mucha atención. Tenía una sed constante que necesitaba ser saciada, e hice lo mejor que pude para saciarla. Y no es que ese deseo se haya ido nunca. Todavía me siento tan sobrecargada ahora, como una mujer de 44 años, como me sentía en mi adolescencia. Simplemente aprendí mucho a disimularlo.







Me obsesioné con los chicos. No era una simple curiosidad adolescente, era una necesidad visceral, una urgencia que se instaló en mi sensual cuerpo como una fiebre constante. Sentía que solo al saciar ese deseo podía pensar con claridad, 

Al principio, toda esa atención venía de mí misma. Me observaba, me exploraba, me ofrecía a mis propios impulsos con una devoción casi, casi!!








Tenía una sed que no se apagaba, una hambre que no pedía permiso. Y hice lo que pude para calmarla, para disfrazarla de rutina, de normalidad. 

Pero nunca se fue. Ese deseo sigue vivo, latiendo bajo mi piel, incluso ahora, a mis 44 años... 








Lo que cambió no fue la intensidad, sino mi habilidad para disimularlo. Aprendí a vestirlo de compostura, a esconderlo detrás de sonrisas suaves y gestos maternales. Pero dentro de mí, sigue rugiendo.... como siempre.







Mis padres eran relativamente religiosos y muy conservadores, así que al principio me avergonzaba lo abrumadoras que eran mis necesidades sexuales... 







Mis sentimientos eran totalmente contrarios a las creencias que me habían inculcado desde pequeña. Intenté controlar esos impulsos, pero era como luchar contra un demonio. Estos deseos no iban a detenerse... Simplemente necesitaban ser abordados!!







Me giré suavemente, dejando que el cuerpo se acomodara boca abajo sobre la esterilla, antes de arquearme hacia atrás en la postura del perro boca arriba. La curva de mi espalda se tensó con elegancia, y el peso de mis pechos enormes y voluptuosos, casi desafiantes, se proyectaban hacia adelante, colgando con una gravedad que exigía un esfuerzo, Y presencia. 







La blusa deportiva, ajustada y elástica, se estiró al límite, como si luchara por contener mis pesadas tetotas, revelando cada contorno con un descaro increíble...







Sentía cómo cada inhalación los hacía vibrar... cómo cada movimiento los convertía en protagonistas silenciosos de una escena que no era solo ejercicio, sino provocación!!

No era solo mi cuerpo el que se estiraba, era mi deseo, la tensión... la conciencia de ser vista... admirada y deseada. 







Me llevó un tiempo acostumbrarme a toda la atención que recibía una vez que mi cuerpo se volvió más grande y obsceno, especialmente las partes intimas, y darme cuenta de que estos chicos me querían como algo más que una amiga.... Solo deseaban matarme a cogidas, disfrutar y gozar todo mi cuerpo.







Era muy ingenua en aquel entonces, sin duda, y me costó mucho aceptar que todos los hombres reaccionaban así conmigo. Y hace poco confirmé que era totalmente cierto. Todos los hombres reaccionan así conmigo, absolutamente todos......






CONTINÚA 





Comentarios