FOTOGRAFIAS CON MI MADRE/CAP26
CAPÍTULO 26
El rostro de la Madre YANET era una máscara de puro goce, tallada por el hedonismo más descarado.... Sebas, con los ojos encendidos, se deja llevar por el magnetismo de esas señoras chichotas!! Dos monumentos al exceso, dos reliquias de carne que desafían toda la gravedad y la cordura.
Yanet, las tomaba como quien sostiene el mundo entre las manos!! como si cada curva fuera una promesa de perdición y pecado.
Las acaricia, las aprieta entre el miembro de su propia criatura, sangre de su sangre. Las contempla como si fueran frutas prohibidas, que lo eran para el, melones del pecado.
- Necesita una probadita de lengua para que se ponga más maduro tu pene… - decia Yanet, con voz de fruta que sabe que será devorada. Se inclinó lentamente, como quien se acerca a una paleta helada.
Su lengua, húmeda y precisa, comenzó a recorrer el fruto desde la base, ascendiendo como una serpiente de fuego, hasta coronar la cima (la glande) con un roce que parecía bendición.
Los labios gruesos, rojos, majestuosos, se abrían como pétalos carnívoros, y cada gesto suyo parecía escrito en el lenguaje secreto del exceso.
- AHHHHHGGGGG.........!!!!!!!!! - Sebas grito, temblaba, No por frío, sino por el escalofrio del placer que estaba sintiendo.
Su verga, atrapado entre las enormes tetas de mamá Yanet, dos montañas de carne que exigían mirarlas y devoción, palpitaba como si el deseo tuviera pulso propio.
Ella lo miraba sin mirar, con los ojos entrecerrados de gustando las caras de placer que hacia su hijo, Yanet no lamía, consagraba el miembro de Sebas con su lengua
lo estaba gobernando como toda una mujer.
Ella se arquea, gime, se entrega. Y él, como un devoto en trance, se pierde en ese altar de esa carne restringida, donde el placer no se pide, se exige.
Yanet jadeaba como si cada palabra fuera arrancada de lo más profundo de su vientre.
- Aldeano decrépito... disfrútalas... jadeó y gozalas bien... que no todos tienen el derecho de gozarlas..... - susurró entre gemidos, arrastrando las sílabas como si fueran caricias húmedas. - Gime todo lo que quieras... que tus rugidos me alimenten... humano!! - Sebas, con el rostro encendido por el frenesí, tenía su pene glorioso atrapado entre las sandías de carne que Yanet ofrecía para el video.
Ella las apretaba con fuerza, como si quisiera exprimir el deseo mismo, haciendo que el fruto palpitante de su hijo Sebas se perdiera entre sus montañas del pecado.
Cada movimiento era una sinfonía obscena, una inmoralidad de carne y sudor, donde el placer no se pedía, se devoraba.
Yanet se reía entre gemidos, con esa risa rota que sólo nace cuando el cuerpo ya no obedece, cuando el alma se rinde al instinto del deleite.
- Dámelo todo, humano... que tus jugos me den tu energia... que esta noche no tengas nombre, sólo gemidos... -
El cuarto vibraba con el eco de sus cuerpos, como si el deseo fuera un dios antiguo reclamando sacrificios.
Y entre jadeos y golpes de carne, la rusa se volvía mas que un video, una perversidad de exceso donde el pudor no tenía lugar.
Sebas jadeaba como si cada respiración fuera una plegaria.
- Ufff...!!! qué delicia sentir tus... enormes montañas de carne, lady... - sus palabras salían entrecortadas, como si el placer le robara el aliento.
Los pechos obesos de Yanet no eran simples tetas, eran altares, eran tronos, eran dos mundos de carne que gobernaban el deseo depravado.
Su miembro, atrapado entre ellas, se deslizaba como un río entre colinas sagradas y... si que lo eran. Y cada movimiento era una ofrenda al pecado, cada golpe de placer que lo acercaba al delirio.
Pero Yanet no le dio tregua con movimientos mas despacios,
aceleró el ritmo como si el tiempo se hubiera vuelto enemigo, como si el goce tuviera prisa.
Sebas NO QUERIA VENIRSE, vaciarse tan pronto, pero ella parecía que lo exigía con sus movimientos, parecían temblores de pechos.
- No te detengas... - dijo ella, con voz de fruta madura. - Aledeano, jadea!! Que tus gemidos me alimenten.... Quiero que tu cuerpo se quiebre en mi...!!! Dame tu alma.... - decia sonriendo. Así, entre las señoras chichotas que lo envolvían y el ritmo frenético de Yanet.
Sebas dejó de ser hombre y se convirtió en instrumento. Un cuerpo tocado por el deseo deshonesto, una melodía no permitida y escrita entre sangre de la misma.
Sebas no podía apartar la mirada del busto de su mamá, enorme y glorioso. se movía como dos señoras tetotas de carne gordisimas, vivas, palpitantes, capaces de borrar toda cordura.
Cada roce, cada presión, era como hundirse en un océano tibio de placer infinito.
Ella los manejaba con maestría, como si supiera que su poder no estaba solo en la carne, sino en el ritmo, en la entrega, en la provocación de lo que ella era para el....!! Y su rostro…
Su rostro era la perdición misma, no era solo belleza, era hambre, era fuego, era una invitación a perderse en el incesto. Los ojos entrecerrados, la boca entreabierta, el gesto de quien sabe que domina el deseo como una puta que domina su profesión.
Sebas gemía, se rendía, se aferraba a ese par de tetas obesas como si fuera su única salvación y a la ves su condena.
Yanet, sin decir palabra, derepente aceleraba el ritmo, como si supiera el extravagante placer estaba sintiendo su hijo.
El contesto.
- Aaahhh… sí...??? - gruñó Sebas, intentando contener el temblor que recorría en todo su cuerpo. Su voz era un hilo de fuego, quebrado por el deseo. - Ahh siii.... Ya la quieres? Creí que lo estabas disfrutando… - dijo sin apartar la mirada, como si sus ojos fueran flechas clavadas en el rostro de Yanet. - Es... lo que Lady Dimitrescu quiere???!!! - añadió gimiendo, con una mezcla de reverencia y desafío, como si estuviera hablando con una diosa encarnada.
Yanet se tomo tiempo para responder. Su cuerpo hablaba por ella, los labios rojos, entreabiertos como fruta madura, los ojos entrecerrados, como si el placer fuera un trance.
La verga de Sebas, atrapado entre sus descomunales chichotas vaya pedazo de tetas tenia su progenitora. dos montañas de carne que exigían devoción.
Ella lo sostenía con firmeza, como quien sostiene un cetro, y lo guiaba entre sus enormes pechos como si estuviera trazando un mapa hacia la perdición, la casa entera contemplaba la escena que madre e hijo estaban dando. El aire, espeso con olor de feromonas.
Y entre jadeos, miradas, el video continuaba. Sebas no dejaba de grabar, un video que valia mas de lo que iba a pagar la agencia.
- Ammmmh, sí? - dijo Yanet, con una sonrisa torcida que parecía tallada en fuego. - Te gustaria eso, maldito aldeano enfermo?!!! - su voz era un látigo. - Te gustaría oírme decir que lo estoy disfrutando??? Pues escucha bien…!!! - jadeó, sin apartar la mirada, como si sus ojos se lo fueran a comer. - Mmm.... Acaso no estas sintiendo y viendo lo duros que tengo los pezones? Mierda… claro que me está gustando.... Me está quemando por dentro!!!!
Yanet se echó hacia atrás, como una reina que sabe que su trono está hecho de carne y deseo Su busto, dos montañas vivas, dos señoras tetas que exigían de gustar de ellas, se movía con ritmo feroz, tallando el pene de Sebas como si fuera una herramienta sagrada.
- Mmmgghh!!! Aldeano… quieres que vuelva a pasar mi lengua? - dijo Yanet, con una sonrisa malvada, no era una pregunta, era una amenaza demasiado retorcida.
Sebas no creía lo que estaba diciendo su madre, ya que antes de hacer el video, no le había comentado que también se tendría ver una mamada.
Cada roce era un golpe de delirio, la verga desaparecía entre sus pechos de Lady Dimitrescu.
En realidad su busto, dos enormes chichotas dignas de leyendas, torres de deseo, masas de exceso, monumentos que hacían temblar a los hombres con solo asomarse por el escote, cada paso suyo era una amenaza, una promesa de perdición.
Yanet, se inclinó lentamente.... Sebas se agarra su cara de nuevo pasando hasta su cuello, escuchando y viendo lo que estaba a punto de hacer su progenitora.....!!
CONTINÚA










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