VANESSA.../CAP2
CAPÍTULO 2
Y como ya había dicho, todavía era bastante ingenua por aquel entonces. No por falta de inteligencia, sino porque aún no había aprendido a leer las sombras detrás de las sonrisas, ni a descifrar los silencios cargados de lujuria.
Así que cualquier celos que las chicas pudieran sentir hacia mí, por cómo me miraban los chicos, por cómo los adultos me elogiaban sin que yo lo pidiera! quedaban desarmadas, por mi personalidad cálida, abierta, casi infantil en su transparencia.
Yo no sabía nada mejor que eso, ofrecer ternura sin cálculo, acercarme sin estrategia. Me gustaba hacer sentir bien a los demás, y lo hacía sin pensar en cómo eso podía volverse en mi contra. Me acercaba con una sonrisa, con una palabra amable, sin entender que en ciertos círculos, la dulzura también puede ser vista como amenaza. No entendía que la belleza, cuando no se disfraza de modestia o torpeza, puede provocar demasiada incomodidad. Y yo, sin saberlo, caminaba como quien lleva luz en todo mi cuerpo voluminoso.
Mis tetas son una maldición, pero también un imán, Ofrendas obscenas que invocan deseo y desdicha. Se alzan como blasfemia en carne, mucha tentación que arrastra, condena que seduce... Son el altar donde se oficia el morbo del anhelo, la trampa de piel donde se hunden los que buscan redención en el pecado. No son ornamento, son sentencia, Cúpulas profanas muy obscenas que iluminan la perdición quien las mire, cae!!! Quien las toca, arde!! Quien las ama, muere lento!! devorado por la belleza que hiere, por el gozo que gime entre placeres.
A pesar de mi cuerpo, seguía siendo muy inocente. No me di cuenta de que mi cuerpo me había metido sin querer en el juego adulto de la competencia sexual....
Seguía siendo amigable y simpática, y esto, combinado con el hecho de que los chicos me rodeaban en masa, tuvo un efecto sorprendente, la verdad.
Las chicas venían a mí queriendo aprender mis secretos o saber el porque... No tenía ningún secreto en ese momento, pero eso no las frenaba.
Llegó al punto en que incluso las chicas empezaron a aglomerarse a mi alrededor, queriendo ser mis amigas y recibir la atención que yo recibía, Jaja! Me hice popular sin siquiera intentarlo y era bastante cool. y todo por el bendito o maldito cuerpo que estaba desarrollando.
Me llevó tiempo entenderlo, pero lo supe, no era como las demás. Los chicos no solo me miraban, me devoraban con los ojos, como si mi presencia les desnudara el alma. Decían que era más hermosa que cualquier otra, pero no era solo belleza....!!! era algo más oscuro, más lujurioso.
Sin esfuerzo, me deslicé entre las élites del colegio. Yo no pedía entrar, me abrían las puertas, las fiestas más exclusivas, los lugares donde se respiraba poder y lujuria, eran mi hábitat natural, No era una más, era el centro de atención de absolutamente todo, la fantasía que todos querían tocar, la amenaza que algunas temían, el pecado que nadie se atrevía a confesar
Me llevó tiempo entenderlo… ninguna de las otras chicas vivía lo que yo vivía. Mientras ellas se esforzaban por gustar y resaltar, yo caminaba y el mundo se abría como piernas temblorosas. Mis... pechos colosales no pedían permiso, mis nalgas de diosa culona dictaba el ritmo de las miradas, y mi presencia era una sentencia de morbo...!! O me adoraban, o te perdías en la sombra de mi desprecio.
La gente hacía lo que fuera por estar cerca, por una sonrisa, por una palabra, por un roce accidental. Yo no pedía aprobación, yo era la maldita medida del deseo. Las chicas me temían, los chicos me soñaban, y todos, absolutamente todos,se rendían ante el hechizo de mi carne y mi presencia.
Los chicos se pavoneaban y posaban para mí, y las chicas me incluían en cualquier chisme jugoso. La gente se ponía nerviosa a mi alrededor, incluso los adultos, más los señores...
Me tomó tiempo entenderlo todo. El poder no llegó de golpe, se deslizó por mi piel como un veneno dulce,
infiltrándose en cada mirada que me recorría,
en cada palabra que se quebraba en la boca de quien intentaba hablarme sin temblar, no era solo deseo, era sumisión disfrazada de cortesía.
Me puse de pie, lentamente, como quien sabe que el mundo me observa! Arqueé la espalda con la precisión de una diosa cruel, adoptando la postura de perra boca abajo, mis enormes pechos se presionaban contra mí, como dos ofrendas obscenas que exigían adoración... Sentí el peso de mi propia carne, el magnetismo de mi figura, la forma en que el aire parecía volverse más denso a mi alrededor, no era solo una mujer, era un altar profano, una visión que desarmaba voluntades y encendía vicios!!! Cada gesto mío era una sentencia, cada curva, una promesa de perdición.
Y en ese instante, lo supe, yo no caminaba entre ellos, yo los arrastraba detrás de mí,,
como esclavos del deseo que yo misma había despertado.
Exhalé uniformemente mientras gotas de sudor me resbalaban por la frente.
La conciencia del poder que tenía se me subió a la cabeza.
No es que me volviera una zorra arrogante ni nada por el estilo!! No, seguía siendo típicamente amigable y positiva, pero empecé a darme cuenta de que podía hacer lo que quisiera y conseguir absolutamente todo lo que quisiera...!!
Podía salirme con la mía en casi todo, o sino es que en todo! Tenía poder. Era muy superior a cualquier chica o incluso mujeres ya maduras. Al principio, nunca le saqué mucho provecho, aunque a veces tenía que reprimir mis impulsos más oscuros....
Por ejemplo, cuando había un chico que me gustaba y que estaba interesado en otra, y solo quería gritar que era mucho más atractiva que la otra chica.
- Mira mi cuerpo… Obsérvalo bien! Ni cuando sea una vieja tendrá unas tetotas como las mías. Estas curvas no se ganas, se heredan.... Mi culo gigante, redondo y maldito, no camina, arrastra miradas, rompe voluntades. - Intenté reprimir esos arrebatos de arrogancia, pero la soberbia me brotaba como sudor caliente entre las piernas. Me gustaba verlos a esos chicos babosos, jugando a hacerse los interesantes mientras se deshacían por un segundo de mi atención.Y yo, como reina perversa, les daba migajas, una mirada ladeada, un gesto de desprecio disfrazado de coquetería y ellos me daban todo, todo!!! su tiempo, su deseo, su maldita dignidad. Yo era su obsesión, su condena, la culona que no se toca, pero que se sueña con las manos temblando, no era una chica más, era la fantasía que los hacía pecar con solo imaginarme, la perra divina que se sabe intocable, pero que juega con fuego solo para verlos arder....
Y me gustaba, me fascinaba, incluso ver a las otras chicas desesperarse por mi aprobación!
Me gustaba hacer bailar a la gente para mí.
Puse a prueba mis límites, como dije, nunca fui cruel ni insensible.
Pero me gustaba ver hasta dónde llegaban los chicos por mí. Me gustaba verlos querer gastar dinero en mí, que les hicieran vaciar sus cuentas bancarias me gustaba verlos intentar ser tranquilos y bastante amables.
Y busqué empujar sus límites,no por curiosidad, sino por placer perverso. En el dormitorio, yo no era una chica más, era la que dictaba el ritmo, la que convertía el deseo en obediencia, todos temblaban con cada gesto mío, como si mis manos fueran sentencia y mis susurros, condena. Siempre se me dio bien todo lo que hacía, no por talento, sino por maldita superioridad. Bailaba ballet, sí, con la gracia de una niña toda bien, hasta que mis pechos crecieron como una ofensa a la delicadeza.... desconsideradamente enormes, como dos blasfemias que rompían la armonía del tutú. Ya no podía esconderlos, ni quería, mis pechos exigían protagonismo, y yo se los daba, con cada paso, cada mirada, cada arqueo de espalda, No era arte, era provocación. Y desde entonces, cada cosa que hacía, tenía el sabor de lo prohibido, la forma de lo que se desea pero no se merece.
Tocaba el violín con la misma facilidad con la que desarmaba voluntades, llegué a la primera silla sin sudar una nota, como si el talento me hubiera sido tatuado en los dedos desde antes de nacer.
Pero ese don no se quedó en el escenario, se deslizó entre las sábanas, se convirtió en ritmo, en cadencia, en perversión elegante. Me volví obscenamente buena en el sexo, muy rápido, como si mi cuerpo hubiera estado esperando ese despertar desde siempre, la ingenuidad se me cayó como ropa, la inocencia se desangró en la cama donde perdí la virginidad.... Y no fue con cualquiera, mi popularidad creciente me dio el lujo de elegir, si! como quien escoge el vino más oscuro para su primer brindis.
Él era mayor, un estudiante de último año, con mirada sucia y manos que temblaban al tocarme, yo lo quería así, nervioso, rendido, como quien sabe que está frente a algo que no merece. Desde entonces, cada encuentro fue una sinfonía de lujuria, una ejecución perfecta de VICIO, como si el violín y la cama fueran escenarios distintos para la misma obra maestra "EL goze de nuestros cuerpos"
Incluso en mis primeros y torpes intentos, cumplí con mi parte del trato. Mis impulsos naturales se impusieron y me ayudaron a actuar hasta que mis deseos se saciaron.
Y pensé que así era como se suponía que debía ser!! Follar hasta desmayarnos, follar hasta quedar completamente exhaustos... Pero pronto me di cuenta, no era así desafortunadamen. Era más bien algo así como "follar hasta que el chico termine y yo quedarme con ganas de mas o incluso no tener ningún orgasmo...!!"
Justo cuando el ritmo se volvía perfecto, ellos ya estaban acabados.... se deshacían debajo de mí, jadeando, rendidos, como si mi cuerpo fuera demasiado para sus fantasías de adolescente, al principio pensé que era mi talento, mi experiencia, mi forma de moverme como si el placer fuera una ciencia que dominaba desde siempre.
Pero no… siempre terminaba igual!!! Yo, hambrienta, insaciable y ellos, exhaustos, vencidos, como muñecos rotos con sus penes desinflados bajo el peso de mi enorme trasero monumental, que no solo aplastaba sus fuerzas, sino también sus egos, sus pollas.... Los mataba a sentones, sí, pero no por violencia, sino por exceso de deseo, no me servían.
No podían seguirme el paso, no sabían qué hacer con un mujeron como yo, que no pedía permiso, que tomaba lo que quería y dejaba cuerpos temblando como ofrendas inútiles. Yo no buscaba amor, buscaba fuego y ellos solo traían fósforos mojados...
Me rogaban que bajara el ritmo y me tomara mi tiempo, en segundos se corrían!! Algunos chicos solo querían "hacer el amor". Pero, sinceramente, yo solo quería coger.
Lo quería muy duro y con ganas, intenso!! Si, fuera de la habitación, seguía siendo amable, simpática y dulce, pero en la habitación... me volvía bastante loca y enferma.
Algunas de las chicas más celosas me llamaban, puta, zorra, todo termino para desprestigiarme. Pero en realidad no lo era. Bueno, quizá sí lo era un poquito....
Probablemente era la chica con más experiencia de mi clase. Para cuando la mayoría de las chicas eran principiantes, yo ya era una experta.
Sabía coquetear, sabía interpretar las señales, sabía seducir, sabia coger mas que bien... Tuve un buen número de novios con los que me encantaba salir.
Pero no salía con cualquiera, incluso no me entregaba a cualquiera. Salí con chicos de todo tipo y tamaño, si me interesaban, pero ninguno de estos chicos fue realmente nada más que una aventura fugaz.
Algunos me interesaban porque pensaba que tenían potencial en la cama y me iban a matar a cogidas diarias. Otros, simplemente, porque me gustaban como personas, Pero todas estas relaciones fracasaron.
Y no podía superar.... no ser capaz de encontrar a un chico capaz de seguirme el ritmo. Necesitaba mucho más!! Necesitaba encontrar a mi media naranja (mi pene perfecto), como dicen.
Me acostumbré a oír las vergonzosas disculpas de los chicos. Decían.
- Eres demasiado atractiva… Demasiado buena para el sexo…Y tu cuerpo… es una maldita provocación!!! Tus caderas son fértiles como tierra bendita, como si cada curva fuera una promesa de morbo!! - Eso decían, eso gemían, eso pensaban mientras se vaciaban dentro a mí.
No podían evitarlo, perdían el control en un instante,como si mi presencia les arrancara la voluntad, pasaba siempre, con todos los chicos. Yo apenas los miraba, y ya estaban temblando, como si mis gigantes pechos fueran un conjuro, como si mi carnoso culo gordo fuera un altar donde se adoraban el placer.
Empecé a entenderlo, no era suerte, no era coincidencia. Era la maldición de la belleza, de este cuerpo voluptuoso que no pedía permiso, que exigía atención, deseo, sumisión. No era una chica más, era la fantasía que los destruía, la perra divina que convertía el placer en castigo, y el sexo en una danza donde yo siempre mandaba.
Y lo más desalentador era que había elegido entre lo que creía que era lo mejor de lo mejor. Los chicos estaban tan dispuestos a hacer cualquier cosa por mí que literalmente podía elegir entre todos. Y aun así, los superaba en sexo, ja!
Me acostumbré a ser dulce y comprensiva con ellos cuando me decepcionaban, pero ocultar mi decepción se volvió cada vez más difícil y dejé de ser tan agradable y dulce.
Maldición! solo quería que un tipo me tomara y me follara hasta dejarme sin aliento..!! Era demasiado pedir? Tras la bravuconería y la presunción, todos estos tipos no podían estar a la altura se venian en minutos... Mis necesidades eran desbordantes y necesitaba mucho alivio, Busco un hombre que vacíe sus testículos en mí una y otra vez... que me posea con una fuerza brutal....!!!! con mucha, demasiada intensidad... que supiera tocar todo el exceso de carne de mis partes intimas... Y mi Reliquia húmeda de lo prohibido.... "mi vulva, mi monte venus".
Mis gustos se volvieron un poco más duros, más rudos, más intensos y depravados... Me volví más impaciente con mis amantes del instituto, exigiéndoles más, hasta que finalmente llegué al punto de tener que renunciar por completo a los chicos del colegio.
Ni siquiera los campeones deportistas, los más arrogantes, con sus vergas grandes y palpitantes, no bastaban, no saciaban totalmente mi hambre.
Mi apetito exigía un miembro más exquisito, un sabor más profundo... una transgresión más deliciosa. Lo que anhelaba era totalmente perverso, mis fantasías más oscuras, mi vulva ansiaba de gustar y devorar, sentir un falo prohibido que me llenará por completo...
CONTINÚA


Comentarios
Publicar un comentario