PARAÍSO PROHIBIDO/CAP25

 

 

CAPÍTULO  25







Ella continúa diciendo...





-      Ahora aplícame ese bálsamo para que no se irrite la zona. - me vuelve a indicar casi en un susurro.





Se nota que está muy excitada, tanto que no ha querido esparcirse ella misma el bálsamo, sino que prefiere que lo haga yo y que siga acariciándola ahí abajo...






Me esmero al máximo y aplico esa pomada sobre mis dedos y la voy extiendo por toda esa zona inexplorada. Me recreo sobre su pubis, viendo como el líquido va cayendo por su raja y por sus ingles, luego mis dedos continúan, esta vez con total descaro acariciando sus labios mayores, más que inflamados, su rajita que se humedece con ese líquido viscoso toda la zona!!!







Mi pulgar juega metiéndose ligeramente en su coño, apenas unos milímetros pero ella está jadeando más de la cuenta, ya son gemidos, entonces recuerdo aquellas clases de sexología del instituto donde nos contaron lo del botoncito mágico y ahí voy, acariciando con sumo cuidado su clítoris, primero alrededor, para luego más intensamente sobarlo con mi dedo corazón.







Entonces mamá se agarra a mi cabeza y empieza a emitir unos pequeños gemidos que van en aumento.
Me quedo mirándola, cómo echa su cabeza hacia atrás, como abre su boca y entonces entra en trance.






Toda su piel se pone erizada, su boca suelta una gran bocanada de aire y sale de su garganta un sonido que me encanta, una mezcla de gritito ahogado, como si fuera una gatita en celo, Joder se está corriendo con mis dedos!






No sé cuánto tiempo pasa, pero por un momento he pensado que estaría así eternamente, deteniendo el tiempo y disfrutándolo como el mejor aprovechado de mi vida.





Acaricia mi cabeza, me mira fijamente a los ojos y suspira intentando recuperarse del trance.




-      Gracias hijo, lo has hecho muy bien... - añade.




Por un momento dudo si se refiere al afeitado o a esa tocamiento que le he hecho y produciendo sobre su cuerpo un orgasmo brutal.





-      Sí, creo que te ha quedado muy bien!! - añado secándola toda la zona con la toalla.




-      No has dejado nada de vello?




-      No. Estás limpia y libre de pelitos.




-      Y te gusta? - me pregunta todavía con un ligero temblor en su voz.





-      Sí, está precioso. Antes también me gustaba, pero ahora se te ve aun mejor.





-      Asegúrate que no queda nada ni por el culo ni nada....!!! - En ese momento mamá se levanta de la cama y se da la vuelta, abre los cachetes de su grandísimo culo y me pone el coño a pocos centímetros de mi cara.






Arrodillado tras ella veo su rajita abierta y sus dedos haciendo fuerza para mostrar esa zona al máximo. No le queda ni un pelo, solo una abertura sonrosada.






Viendo el agujero de su coño estoy a punto de meter ahí mi lengua, porque está invitándome a entrar, como si fuera la tentadora puerta del infierno. Pero me contengo a duras penas.





-      Nada, está precioso, mamá - añado pasando mi dedo por la rajita, haciendo que ella cierre ligeramente las piernas, atrapándome la mano, pues aun tiene el cachondeo encima.





-      Gracias hijo has hecho un buen trabajo. - dice dándose la vuelta.





Su cuerpo desnudo con su esplendorosa rajita inflamada coronando esa obra, queda a pocos centímetros de mis ojos que miran de gustando esa maravilla.






-      Quieres hacer unas fotos? - esta vez es ella la que se me adelanta y se ofrece a posar orgullosa de esa maravilla que es su cuerpo y su sexo completamente depilado.






Con mi móvil empiezo a disparar desde distintas posiciones y ella se divierte y se exhibe de forma que me permite sacar los mejores planos, unas de pie, otras tumbada sobre la cama, arrodillada, jugando con los almohadones, hago algunas fotos en formato “macro” a escasos milímetros de ese coño brillante sin nada de vello.






-      Que buenas pajas te harás después con tanto material...!!!! - dice con el cachondeo que todavía la invade.





-      Mamá! - protesto aunque sin mucho afán.




-      Acaso no es verdad? -- pregunta ella súper segura estirando la piel de su recién afeitado pubis.





-      Creo que sí, mamá. Me estás haciendo tan feliz… -
Se me acerca y me da un abrazo muy tierno, pero que estando desnudos para mí representa algo más que fraternal, y me agarro a su cintura para disfrutar de la tersura de su piel pegada a la mía y de ese cuerpazo que ahora es solo mío.





-      Venga, te toca. - dice separándose nerviosamente.




Pongo cara de no entender a qué se refiere, aunque sé de sobra de qué van los tiros y que es ahora mi turno de ser depilado al completo en mis genitales.





-      Siéntate en la cama, sobre la toalla y abre las piernas. - ordena.




Me quedo en medio de la estancia sin todavía creérmelo, porque no soy capaz de verme entre las manos de mi madre y que me depile mis partes.




Es ella quién me quita el móvil de mis dedos y tira de mi mano para que me siente.





- Venga, pesado, que tengo ganas de bajar a la playa y desnudarme. No querrás que me arrepienta?!




Esa pregunta es lapidaria y hasta retadora y no voy a ser yo quién ponga en juego ese tema. Me siento en la cama, dejando ante su vista una erección extraordinaria.





Mamá se arrodilla entre mis piernas y una de sus tetas roza mi muslo. Suelto un pequeño bufido pues estoy muy excitado y no sé si voy a aguantar mucho tiempo.





-      Estás preparado?!! - me pregunta, mirándome fijamente a los ojos con un brillo especial en los suyos y las tijeras en su mano.





Y así empieza recortando por la parte de arriba hasta dejarme los pelos de mi pubis bien cortitos. 




El problema viene cuando mi polla le estorba, entonces tras una leve mirada y una fugaz sonrisa me agarra la punta de mi glande con dos dedos de una forma aparentemente natural y sigue recortando con la otra.





El hecho de notar sus dedos en mi glande me hace estremecer y todavía no soy consciente de lo que estoy viviendo en ese instante.




-      Tengo que aguantarla, que está rebelde. - aclara sonriente.




-      Sí, vale. - respondo tragando saliva.




Continúa con las tijeras por diversos lugares de mi entrepierna y de vez en cuando me mira y sonríe.




-      Agárrate esto que voy a cortar los pelillos de estos... huevos - dice con naturalidad acariciándolos suavemente mientras yo sostengo mi pene y doy otro respingo incluso en un acto de cerrar las piernas pero al  rozarme con sus pechos en los muslos esto es lo máximo.




-      Ufff!!!! - es lo único que puedo decir.




-      Pobre, estás a tope, hijo! - dice observando mi empalmada.



-      Sí, es que…



-      Normal cariño. Luego te alivias, tranquilo.




-      Tú lo harás conmigo?




-      Anda, calla, guarro. - dice y sigue recortando los pelos de mis huevos.





Agarro mi polla y la pongo hacia arriba para que ella pueda seguir trabajando en la parte baja. De alguna manera se la pongo así para que vea como me tiene, me gusta mostrar mi masculinidad en su máxima expresión.






Tras otra de sus sonrisas comienza a estirar la piel de mis huevos con una mano y con la otra metiendo la tijera con sumo cuidado pues no quiere cortarme. Yo creo que en ese momento si me corta, no sangro.






-      Que gordos son... - dice cuando pasa su mano a medida que los pelos de mis testículos van desapareciendo.






En ese momento deja las tijeras, pues parece que el trabajo inicial ya está hecho y coge la espuma de afeitar y se hace una bola en su mano con la que empieza a esparcir por mis ingles, mis huevos, mi pubis y roza la base de mi polla que al sentir esas manos vuelve a dar un pequeño respingo. 




Ella ríe, se la ve nerviosa, juguetona y excitada.




-      Preparado para quedarte sin pelitos?!!!! - dice mordiéndose el labio en señal de que ella está a tope también.




-      Creo que sí.




-      Pues déjame, que voy a para allá - dice cogiendo mi verga por la base y arrebatándomela de mi mano.





El hecho de sentir esa mano aferrada a mi tronco es algo indescriptible. Me ha embadurnado de espuma pero noto clarísimamente sus dedos apretando mi verga.





En ese momento baja ese cohete apuntando hacia ella y ella se aferra con más fuerza pudiendo notar sus dedos bien cogidos a la base....





Mamá abre la boca y después se vuelve a morder su labio. Me fijo en sus pezones y se les nota erectos de nuevo. Ese es el signo definitivo de su máxima calentura.




-      Qué.... dura, hijo mío! - dice estrujando mi daga y mirándola con ojos vidriosos.





-      Bueno…es normal, me estás dando un buen masaje - contesto a duras penas.




-      Si la viera Sandra… - añade mirándome aunque creo que le gustaría “pillarla” a ella.





-      Ahora es tuya. - lo digo y noto como mis carrillos arden al decirlo.





-      Oye, cochino, que yo soy tu madre...!!!




Sí, lo dice como si tal cosa, pero a estas alturas de la película ya no tengo yo muy claro cuál es nuestro papel en esta representación, si la cosa es puramente ficción o directamente sentimientos descontrolados por una parte y maravillosos, por otra.






Mamá está sujetándome fuertemente la verga con su mano izquierda mientras que con su derecha está afeitándome el pubis, las ingles y los huevos.





Al principio tenía miedo de que me pudiera cortar, pero ahora mismo es tanta mi calentura que me da igual llevarme un tajo, con tal de quedarme así, con la mano de mi madre apretada sobre mi miembro.






En un abrir y cerrar de ojos, pues francamente se me ha pasado volando estoy completamente rasurado... Miro allá abajo y me veo raro, pues nunca me he quitado los pelos. Lo cierto es que la polla parece más grande todavía.






Ella ha soltado mi tranca y esta se queda balanceante por unos instantes pero en total erección.
Después de aclararme toda la zona para no dejar nada de espuma, noto sus dedos recorrer cada centímetro de mi polla, mis huevos, mis ingles… me está sobando a base de bien.




-      Te ha quedado muy bien. - afirma.




-      Sí, mamá, tu también hiciste un buen trabajo.




Ella termina de esparcirme el bálsamo impregnando sus manos con esa crema que noto fría entre mis piernas pero que no reduce ni un momento la gigantesca empalmada que llevo.





-      Esto no baja, eh?!! - me dice ella sosteniéndola de nuevo en su mano y admirando su largura.




-      Ya lo creo, tanto tocarme ahí… - digo entrecortadamente.




-      Te ha gustado tanto sobeteo? - pregunta con cara de niña mala.




-      Joder, ya lo creo, mamá.



-      Bueno, entonces estamos empatados, porque tú también me dejaste…




-      Cachonda… - le acabo yo la frase y ella sonríe.



-      Sí, todavía me tiemblan las piernas.




-      A mi me tiembla otra cosa!!!!!! - afirmo chistoso señalando la tremenda erección que sujeta su mano.



-      Quieres que te alivie?




-      Cómo? - mi pregunta es casi un grito.




-      Sí, tonto, Que si quieres que te haga una paja?!! - dice de una forma delicada y una sonrisa muy leve....




CONTINÚA 






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